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Periscope, y lo que viene después

Para algunos comentócratas lo que hace el “City Manager” (en realidad su cargo es Director General de Administración Delegacional) de la delegación Miguel Hidalgo en la Ciudad de México es el inicio de lo que George Orwell imaginó en su novela “1984”: un mundo híper vigilado por el Estado donde nada de lo que sucede escapa del ojo vigilante del Gran Hermano, que todo observa. Nada más alejado de la realidad.

Si usted es de los pocos que aún no lo conoce Arne aus den Ruthen, así se llama el City Manager, realiza operativos donde retira estorbos a peatones y ciclistas hasta camionetas de guaruras en la vía pública.

La diferencia con cualquier otro operativo de autoridades similares es que los transmite en vivo por internet mediante una red social llamada Periscope lo que permite que cientos o miles de personas “acompañen” virtualmente al funcionario cada vez que realiza sus labores.

Sus transmisiones se han hecho famosas pues ha exhibido tanto a señoras que tiran basura en la calle, a guaruras prepotentes de un empresario fantoche y a altos funcionarios de Presidencia de la República cuyos vehículos infringen el reglamento de tránsito.

A partir de esas transmisiones se le ha acusado de infringir los derechos humanos de los infractores que captura en video pues sus datos personales (al menos el rostro y en otros casos sus nombres) no están siendo debidamente protegidos y se les exhibe públicamente.

El debate sobre si lo que hace Arne es o no legal ha sido bastante aburrido y poco objetivo. Honestamente creo que tiene más que ver con la animadversión que la personalidad de Arne provoca en algunos columnistas y blogueros que se sentían más cómodos, en muchos sentidos, con el anterior gobierno delegacional.

¿O no sería mejor que TODOS los operativos de la autoridad se transmitieran en vivo? Así podríamos haber visto a los verificadores de PROFECO clausurar el Mosaico Bistró de la colonia Roma por berrinche de la hija del Procurador. También podríamos atestiguar las miles de arbitrariedades que funcionarios cometen contra pequeños y medianos comerciantes de esta ciudad amparados en legislaciones poco claras y en la elevada discrecionalidad con la que cuentan. La tecnología no es el enemigo, al contrario.

El problema es muy sencillo de resolver y es la misma tecnología la que ofrece la respuesta: existen al menos media docena de aplicaciones (algunas gratuitas, otras de paga) que permiten difuminar los rostros de las personas en las transmisiones en vivo de modo que su identidad quede protegida. Cientos de cadenas comerciales usan esta tecnología para transmitir en vivo imágenes de sus sucursales sin revelar la identidad de sus clientes.

En Google Street View, la aplicación que permite ver las calles de casi todas las ciudades del mundo, los rostros de las personas y las placas de los vehículos que ahí aparecen han sido borradas digitalmente.
El debate real, el de fondo, es que cada día aparecen nuevas tecnologías y métodos de acceso a información que evidentemente no están reguladas.

La democracia tradicional se preciaba de que el proceso legislativo debía ser pausado para dar espacio a todas las opiniones y al debate. Eso tiene como consecuencia que la producción de leyes es lenta y siempre va rezagada con la realidad. Hace unos meses se discutía con fervor en periódicos, blogs y programas de opinión si servicios como Uber eran o no permitidos por la ley. Seguimos sin una ley que los regule pero Uber opera mediante un acuerdo con el Gobierno de la Ciudad.

El problema no es que un funcionario transmita en vivo su trabajo, el problema es que el Estado tiene cada vez menos capacidades de regular lo que sucede en la vida real. La Asamblea Legislativa de la Ciudad de México es conocida por su tortuguismo para atender las problemáticas de la ciudad. Y su historial de resultados tampoco es alentador.

Ahora debatimos el uso de Periscope como hace unos meses hablábamos de Uber y en poco tiempo estaremos debatiendo el uso de drones para la video vigilancia ciudadana (foto multas incluidas), como para la entrega de paquetería y servicios. Pero si la comentocracia, la Asamblea y el Gobierno de la ciudad quieren una discusión realmente complicada deberían empezar a pensar cómo diablos van a regular la circulación de automóviles no tripulados, conducidos por una computadora. Estamos a sólo unos meses de que se empiecen a comercializar.

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