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Comida "chatarra" invade los alrededores de las escuelas del DF

Pese al aumento pactado a refrescos y el alza a los productos con alto contenido calórico, así como la reducción de porciones de éstos establecida en la Ley General de Salud, la batalla contra la comida chatarra se ha perdido, por lo menos a la salida de las escuelas. 

Y es que en los planteles de educación básica del Distrito Federal hay, por lo menos, seis mil 572 puestos de comida chatarra, de acuerdo a un ejercicio apoyado por organizaciones como El Poder del Consumidor y Red por los Derechos de la Infancia (Redim) y en el que se tomó en cuenta que en la capital del país hay tres mil 286 planteles públicos y privados, con un promedio de dos puestos de este tipo.  

Sin embargo, el número podría ser mayor, pues existen planteles como la primaria Plan de Ayutla, de la colonia El Reloj en Coyoacán, donde se cuentan hasta 10 puestos que venden, en su mayoría, chicharrones, papas fritas y refrescos. 

Por lo anterior, tanto la Redim, como El Poder del Consumidor, llamaron a restringir la venta de dichos productos cerca de los planteles de educación básica. 

Xaviera Cabada, de El Poder del Consumidor, aseguró que mientras no exista una disposición que inhiba la venta de estos productos, el problema de la obesidad infantil no podrá atacarse efectivamente. 

“La Ley General de Salud sólo tiene efectos dentro del plantel, pero no fuera, es decir, que hay una ausencia de regulación”, aseguró. 

A los seis mil 572 puestos de comida chatarra se suman las tiendas establecidas. 

“Ahí también venden comida chatarra a niños y desafortunadamente no existe un padrón que nos diga cuántas tiendas están cerca de las escuelas”, lamentó Juan Martín Pérez, presidente de la Redim. 

En el mismo sentido coincidieron docentes y directores de los planteles. 

“Afuera ya no es mi competencia, eso le toca a la delegación”, aseguró Héctor Miguel Calvo, director de la Secundaria Canadá 197, en la colonia Nápoles. 

Por su parte, Víctor Manuel Martínez, docente de la primaria Las Américas, en San Pedro de Los Pinos, lamentó que no exista una estrategia entre las autoridades de todos los niveles para inhibir la venta de chatarra afuera de las escuelas. 

“Lo que más se vende son los chicharrones; cuando hace calor, las cosas congeladas. La fruta picada o rayada también la piden, pero menos”, dijo Verónica, dueña de uno de estos puestos.

A pesar de reconocer el problema, las delegaciones  no cuentan con programas para evitar dicho comercio. 

Matrícula

3,286  escuelas de nivel básico hay en la Ciudad de México. 

178,697  alumnos de educación básica hay en el Distrito Federal. 

Incremento ¿inútil?

Un peso por cada litro a los refrescos y 8% a productos de alto contenido calórico.

• Refrescos. Por un envase de tres litros que antes costaba 24 pesos, ahora se pagarán 27. 

• Productos de alto contenido calórico. Con el aumento de 8%, un producto de 10 pesos ahora costará los 10 pesos con ocho centavos. 

Opinión

Fomentan consumo  de antojitos

Uno de los problemas más reconocidos en la obesidad infantil sobre todo de los escolares es la exposición alimentaria, aunque los niños no consuman los alimentos, pero sí los ven diario con tres veces que ésta impacte su mente son capaces de recordarlos. 

Si modificamos los ambientes donde ellos se desenvuelven, podemos formar hábitos alimentarios sanos.

Sin embargo, sería imposible que se convenciera a los niños de que no consumieran alimentos fuera de las escuelas si no hay una disposición regulatoria. 

Por eso una buena alternativa sería declarar a las escuelas como espacios libres de chatarra. 

Mientras esto sucede, los padres pueden establecer la calidad y cantidad de los alimentos que sus hijos van a consumir. 

Si un niño respeta sus horarios de comida (de entre tres y cuatro horas), no se debe consumir productos afuera de la escuela. Los padres pueden establecer un horario para golosinas que es tres horas después de comer. 

Hay que dejar que ellos elijan y sus papás deben dar opciones saludables como semillas oleaginosas, plátanos deshidratados, cacahuates, habas enchiladas, pistaches salados o mazapanes; lo que no deben permitir es que consuman productos que no cuentan con leyendas donde se especifican los ingredientes con los que están hechos.

Julieta Ponce,  Centro de Orientación Alimentaria 

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