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Cuando ir de compras es un acto humillante en EU

Por lo general, el escenario habitual implica miradas sospechosas, empleados que no prestan atención o servicio grosero.

Pero cuando un adolescente negro dijo que fue encarcelado indebidamente tras comprar un cinturón de 350 dólares en una tienda de lujo de Manhattan, la situación tocó un nervio entre los afroamericanos acostumbrados a que su dinero no necesariamente vale como el de los demás. Ir de compras dicen puede ser una experiencia humillante.

A lo largo de los años se ha prestado mucha atención al tema: Oprah Winfrey se quejó de que una empleada de una tienda suiza no pensaba que podía comprar un bolso de 38 mil dólares, e incluso el presidente Barack Obama ha dicho que en otra época lo seguían en las tiendas. Pero según personas entrevistadas el lunes, muchos no reconocen la prevalencia de la discriminación en los negocios minoristas, y cómo los pequeños insultos constantes pueden llevar a un problema mayor.

“Una cosa es que no lo entiendan. Pero no me digan que no les sucede”, dijo Natasha Eubanks, que compra con frecuencia en tiendas de lujo en Nueva York.  “No se puede pensar que no sucede porque no le sucede a usted”.

A veces, dijo Eubanks, los empleados de la tienda se demoran más de cinco minutos en siquiera reconocer que uno ha llegado. O le pasan de lado después de un saludo. O le hacen una pregunta tras otra: “Una es una joven negra en la tienda de Chanel. Quieren saber qué hace una aquí, a qué te dedicas”.

Eubanks agregó que ha tenido que enfrentar este trato por lo menos 20 veces en Nueva York.

“Yo no parezco la joven típica que va a ese tipo de tiendas”, dijo Eubanks, propietaria del sitio web de personalidades theYBF.com. “Una se siente diferente cuando a una tienda y te tratan debidamente”.

El problema de Trayvon Christian no fue cómo lo trataron en Barneys New York, fue lo que sucedió después. En una demanda presentada la semana pasada, el joven de 19 años dijo que compró un cinturón Ferragamo en la tienda de Manhattan, y que cuando se marchó fue acosado por policías encubiertos.

Según la demanda, la policía le dijo a Christian “que no podía darse el lujo de comprar algo tan caro”. Fue arrestado y detenido, aunque le mostró a la policía la factura de la compra, el recibo de la tarjeta de crédito y su identificación, indica la demanda.

Después de presentarse la demanda, otro cliente negro de Barneys dijo que la acusaron de fraude tras comprar un bolso de 2 mil 500 dólares. Y el actor negro Robert Brown dijo que lo hicieron recorrer todo Macy’s esposado y lo detuvieron una hora después de ser falsamente acusado de fraude con tarjeta de crédito.

Para Yvonne Chan, esas noticias son un recordatorio doloroso de cuando trabaja en una licorería en un poblado mayoritariamente de blancos en Massachusetts. Cada pocos minutos alguien era sorprendido robando, y la mitad de las veces era una persona negra.

“Entonces, sin darse cuenta uno se fija más en los negros. (Los robos) solo ocurren de vez en cuando, pero eso le cambia a uno la percepción”, dijo Chan.

Chan, estudiante de posgrado, siempre trató de recordarse a sí misma no comportarse según los estereotipos, pero “guste o no guste, voy a tener una noción preconcebida sobre las razas sobre la base de mi experiencia. Aunque quisiera obligar a mi cerebro a no pensar así, los estereotipos están presentes en nuestra sociedad”.

Y eso puede decidir a quién se arresta por robo en los establecimientos minoristas, dijo Jerome Williams, profesor de negocios en la Universidad Rutgers que ha estudiado la discriminación en el mercado.

Muchos justifican la caracterización racial diciendo que los clientes negros tienen más probabilidades de robar. Pero un estudio indica que las mujeres blancas de entre 40 y 50 años participan en más robos en tiendas minoristas que otros grupos demográficos, dijo Williams.

“La razón por la que no se ven más en las estadísticas sobre delitos es que no las vigilan”, dijo Williams.

Las estadísticas que muestran que los clientes negros roban más “no sin un indicador real de quién está robando”, dijo. “Es un reflejo de a quién están sorprendiendo, lo que a su vez es un reflejo de a quién están vigilando”.

Dido Kanyandekwe sabe que lo están vigilando. “Pero yo bromeo con ellos. Los veo mirándome y les digo: ‘¡Hola, ya te veo!’ y los saludo con la mano”, dijo el estudiante universitario de 18 años de Nueva York, que estaba el lunes en Barneys comprando un par de zapatos tenis italianos de más de 600 dólares.

“La mayoría de la gente negra no tiene dinero para comprar en Barneys”, dijo Kanyandekwe, cuya familia tiene dinero, antes de pagar los zapatos con una tarjeta de crédito. “Pero eso no significa que todos los negros no puedan comprar estas cosas”.

Pero los negros no son los únicos que enfrentan un trato desigual en las tiendas. Los hispanos han presentado las mismas quejas. Y Sher Graham, una mujer blanca que vive en Mobile, Alabama, dice que los empleados negros de restaurants de comida rápida que ella visita con frecuenta la hacen esperar para atender primero a clientes negros.

Hace unos meses, dijo, un cajero negro comenzó a hablar con una mujer de la misma raza que estaba detrás de ella en la fila. “Cuando se lo dije, se encogió de hombros y no me hizo caso. Esto sucede más en la región de la costa del Golfo”, dijo Graham, asesora de profesión, en una entrevista por correo electrónico.

Toni Duclottni, jefa de un sitio web de modas en Los Angeles, hace poco fue a una tienda de Beverly Hills para comprarse unos 4 mil dólares en zapatos. Pero se fue a otra parte cuando no le hicieron caso.

Para ella, la solución es sencilla.

“Ellos se apresuran a juzgarlo a uno, toman decisiones sin hablar con la persona”, dijo Duclottni. “Se sorprenderían si llegan a donde uno está, lo saludan y le preguntan en qué lo puede servir”.

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