Opinión

Una torpe oposición

Xóchitl Gálvez.

Un régimen político y su oposición siempre son equivalentes. Siempre. No hay forma de que uno sea mucho más talentoso que el otro, pues ambos derivan del mismo cuerpo social: son comensales del mismo banquete. Aun sabiendo esto, el triste ejercicio realizado por el INE bajo la etiqueta de “debate” la noche del domingo, resultó frustrante para quienes esperábamos que la candidata opositora aprovechara, al menos un poco, la oportunidad de exhibir al régimen y a su candidata: no sucedió.

En un debate político electoral, las cargas de trabajo están repartidas claramente: el régimen es más vulnerable, pues debe hacer frente al desgaste que implica ejercer el poder, y su estrategia suele ser la de evadir la confrontación; la oposición, por el contrario, tiene pocos flancos qué defender pues su ejercicio del poder es nebuloso para la opinión pública, así que tiene entera libertad para criticar a detalle, exhibir las torpezas del régimen, y plantear contrastes con sus propias propuestas.

En un debate político electoral, pues, el rol de la oposición es mucho más cómodo: puede y debe pegarle al régimen hasta acorralarlo, forzándolo a admitir errores; debe exhibirlo en todos y cada uno de sus fracasos, para cosechar el malestar que pueda sufrir el electorado por su causa; debe rematar explicando, en forma breve, sencilla e inspiradora, porqué ella puede hacerlo mejor que el régimen, si le dan el voto. La noche del domingo pasado, la candidata opositora Xóchitl Gálvez no pudo hacer una sola de estas cosas, en largos 90 minutos.

Siendo el de López un régimen fallido en cada aspecto de su gestión, se antoja increíble que la oposición sea incapaz de exhibirlo a él y a su candidata en un debate televisivo. El gobierno federal emanado del partido “Morena” ha fracasado estrepitosamente en seguridad, salud, educación y economía, y lo ha hecho en forma descarada, incluso grosera; sus caras más visibles, el licenciado López y la candidata Sheinbaum, carecen del mínimo remordimiento por el desastre que abanderan. Y, aun así, la candidata Gálvez fue incapaz de colocarlos en una situación comprometida en la hora y media que duró el debate. Eso es un fracaso opositor y, siendo este un juego de suma cero, representa un triunfo oficialista.

Ya la candidata opositora salió a contener daños, echando mano de un mexicanísimo recurso: culpar a otro por las propias torpezas. En este caso, Gálvez identifica como culpable al formato del debate, como si la forma en que se les otorgó el uso de la voz la hubiera incapacitado para enfocarse en los temas con precisión, o para elegir las palabras con tino, o para mostrar correctamente el escudo nacional a la cámara. Triste estampa esa, la de una mujer refugiándose en los pretextos, pero entendible: buena parte de la sociedad mexicana también lo hace, y no puede el fruto caer muy lejos del árbol.

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Yo no sólo quiero que la candidata Gálvez triunfe en la elección del dos de junio: yo NECESITO que gane. Me es indispensable para mi proyecto de vida que este régimen federal fallido pierda, y trabajo todos los días para ello. Me vendría muy bien, pues, que la oposición y su candidata Xóchitl Gálvez demostraran ya mucho más talento y ambición, porque lo que han hecho hasta ahora está muy por debajo de lo que necesito y merezco a cambio de mi voto. Tienen poco más de 50 días.

CAMPANILLEO

Quizá para el próximo debate pueda llegar a la sede cómodamente sentada en un auto, repasando sus ideas, y no en bicicleta, posando en forma inútil. Quizá.

* Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las escribe y firma, y no representan el punto de vista de Publimetro.

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