Publisport

COLUMNA: La reunificación

Marion Reimers escribe sobre sus percepciones del tetracampeonato alemán.

Era 1990 y apenas tenía cinco años. No entendía de futbol y mucho menos de identidad nacional, pero ese sería un día que a la postre me enseñaría mucho. En casa de mis padrinos, quienes fallecerían años después, se congregó la familia para ver la final de la Copa del Mundo que finalmente ganaría Alemania.

Mi madre, quien hacía más de un lustro había decidido arrancar una nueva etapa en México, esperaba ansiosa y feliz. No es que sea una tremenda apasionada del futbol, pero cuando la patria juega, es difícil que alguien se resista a la seducción de tan bello deporte. Recuerdo poco o casi nada del partido, solamente la alegría de mi familia y sus lágrimas. Pude ver de cerca lo que significa celebrar en esa extraña soledad que trae consigo el entregarle el corazón a un sitio, pero saber que una parte siempre quedará en otro punto.

El estar lejos de una patria que después de tan tormentosa historia se reunía y encauzaba su triunfo social y político en una victoria tan “simple” como una deportiva, es un recuerdo que me enternece a la fecha.

Fue por ese entonces que comenzaba a ir al colegio, ese que a través de su fuerte apego al deporte me llevó a entender valores fundamentales y aportó para convertirme en la persona y profesional que soy. Los profesores, muchos de ellos alemanes, se sentían ajenos y sorprendidos con las ceremonias de saludo a la bandera de cada lunes.

Festejar a la patria estaba reservado para el 3 de octubre (día de la reunificación) y el mostrar abiertamente orgullo de ser alemán no era muy bien visto.

En 2006 Alemania recibió al mundo y más allá de sorprender con buen futbol lo hizo con una organización que remitía a su estereotipo.

No obstante, lo más importante fue que Alemania se concilió consigo misma. Salir a la calle portando los colores de la bandera, festejar en las plazas y parques, cantar el himno nacional se volvió un motivo de alegría y no una razón para bajar la mirada y la voz.

A la postre, Alemania llegó a dos finales de Eurocopa y una semifinal de Copa del Mundo, sin lograr todavía festejar como un país reunificado y orgulloso.

Hoy, al igual que hace 24 años, la familia festeja. Los padrinos no están más, y a mí me ha tocado entender solamente un poco de algo tan complejo como el futbol y algo tan íntimo como la identidad.

No obstante, siento profundamente cerca la felicidad que implica una reivindicación como ésta.
Alemania se ha reivincado a través de la metáfora del deporte consigo misma y aunque mi corazón es mexicano, una parte siempre estará en ese punto, ese primer recuerdo de una Copa del Mundo.

TAMBIÉN PUEDES VER:

Kroos anuncia que se va al Real Madrid

Es un sueño hecho realidad: Mario Götze

No tuvimos la suerte de poder definir: Messi

Argentinos celebraron en la calles el subcampeonato

Publisport le dice gracias y adiós a Brasil 2014

DV Player placeholder

Tags


Lo Último