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Agotados desde hace varios días, los boletos del Mexico vs. Estados Unidos para clasificar a la Copa Confederaciones llegaron a cotizarse hasta en 900 dólares.
La reventa no desaprovechó la enorme expectativa por este partido cuyas entradas originalmente iban de los 65 a los 300 dólares, sin contar los “VIP” que rondaban los 740.
Pero en el mercado informal los precios incluso superaban esta última cifra: 900 billetes verdes por uno de precio impreso de 120, incrementado en poco más de 7 veces.
Los revendedores trabajaban sin la mayor discreción en el exterior del Rose Bowl, donde desde aproximadamente cuatro horas antes había ambiente de fiesta, en algunas zonas con ambas aficiones mezcladas.
Ello a pesar de que la US Soccer delimitó una gran área para sus seguidores, con escenario para DJ, puestos de comida y bebidas, además de exclusiva porque no permitían la entrada para fanáticos con camiseta de México.
Sin restricciones en sus secciones, los del Tri se ubicaron en el extremo opuesto, donde no había DJ sino carpas con asados y música de banda, también disfrutada por aficionados estadounidenses, quienes además retaban con su tradicional “beer pong” a los de camiseta verde.
A pesar de la rivalidad, ello reflejó escasos ánimos de violencia, al menos un par de horas antes del inicio del juego, cuando el ambiente no incluía rencillas futbolísticas y era evidente una mayoría de afición mexicana.
Esto último fue evidente en la llegada de los autobuses de las dos Selecciones, la de México recibida por cerca de 500 seguidores del Tri, que en un mismo número, sin colegas rivales y a unos metros, también vio llegar el vehículo estadounidense.
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