“Una ciudad se construye con la inteligencia distribuida de quienes la habitan.”
El Smart City Expo LATAM Congress 2025 en Puebla confirmó que las ciudades inteligentes no son una utopía lejana, sino un proceso en marcha, impulsado por actores decididos, ideas tangibles y políticas que se gestan en tiempo real.
La tercera jornada —el día de la clausura, celebrado el 12 de junio— dejó claro que el desafío no radica en soñar con urbes futuristas, sino en construirlas cotidianamente mediante la tecnología, la inclusión y el pensamiento crítico.

Una jornada de densidad conceptual y acción política
Lejos del tono protocolario habitual en clausuras, el cierre del Congreso ofreció una síntesis concreta de los grandes ejes que marcarán la agenda urbana de la región. Los temas del día —como analítica de datos para el gobierno abierto, transición a la electromovilidad y desarrollo inclusivo desde la innovación tecnológica— no se abordaron como ideas abstractas, sino como herramientas ya en uso en ciudades de América Latina.

En la ponencia sobre gobierno abierto, figuras como Arturo Muente del BID y Martín Heredia de INNSOL presentaron con claridad el dilema actual: los datos no son poder en sí mismos, sino en la medida en que su análisis sirve a la ciudadanía. Se habló de algoritmos, sí, pero también de ética, transparencia y decisiones más participativas. En una era donde la desinformación corroe el diálogo público, esta mesa aportó una perspectiva urgente y lúcida.
La sesión sobre electromovilidad destacó por su enfoque técnico y aterrizado. Más que repetir los beneficios ya conocidos del transporte eléctrico, ponentes como Nazareth Black, CEO de Zacua, señalaron las barreras estructurales —desde la infraestructura de recarga hasta los modelos de negocio— que deben superarse. La conversación se centró en cómo pasar del discurso a la implementación.
Lo que ocurrió en Puebla no se queda en Puebla
Una de las intervenciones más notables fue la de Manuel Redondo, presidente de PRONUS, quien cerró con una frase reveladora:
“Este ha sido el evento donde más hemos construido y generado proyectos concretos para las ciudades de Latinoamérica.”

Más allá de la retórica, la afirmación toma sentido al observar el ecosistema reunido: más de 300 voces de gobiernos, empresas y organizaciones trazando rutas de acción real. En su ponencia final, Redondo no ofreció promesas vacías. Habló de legados, de continuidad, de urgencia. Su liderazgo no busca deslumbrar sino articular —una cualidad escasa y, por tanto, valiosa.
Una experiencia inmersiva: más que conferencias
Durante el último día, el ambiente no fue de despedida, sino de continuidad. En los pasillos del Centro Expositor, los visitantes se detenían no solo a intercambiar contactos, sino a experimentar ideas en movimiento: soluciones de movilidad de MOBILITY ADO, tecnologías de inclusión financiera de BBVA, y propuestas de urbanismo accesible como las de JIMUMEX.

Los stands eran microuniversos de posibilidad. En ese sentido, el Congreso demostró que una ciudad inteligente también se construye desde la experiencia del usuario: la visitante que entendió cómo acceder a energía limpia para su comunidad; el funcionario que descubrió un modelo replicable para su municipio.
¿Y para qué nos sirve todo esto?
Esta jornada apeló tanto a técnicos como alcaldes e inversionistas. Lo discutido en Puebla toca la vida de cualquier persona que se pregunta cómo mejorar el aire que respira, cómo hacer su barrio más seguro, cómo ahorrar energía sin pagar más, cómo tener voz en las decisiones de su ciudad. En este Congreso se discutieron las condiciones materiales del bienestar urbano, y esa discusión, aunque parezca de expertos, le pertenece también a quien usa el transporte público, paga impuestos o camina por la banqueta dañada de su calle.
Todos somos parte del ecosistema de la innovación
Estar presentes en este tipo de espacios no es un ejercicio de visibilidad, sino de responsabilidad. Desde el periodismo, nuestro papel trasciende el informar a la audiencia, detectando el sentido profundo de lo que está ocurriendo, pues entendemos que todos necesitamos detenernos para entender cómo se conecta la innovación con la justicia, y qué formas de vida se están diseñando —con o sin nosotros— desde los algoritmos, las inversiones, las decisiones públicas.