Hay días que destacan por su sencillez y, aun así, dejan algo increíble. El Gran Día de McDonald’s es uno de ellos: un movimiento nacido del deseo de sumar desde lo cotidiano —de demostrar que algo tan familiar como disfrutar una Big Mac puede tener el poder de cambiar realidades—.
En cada restaurante de McDonald’s, entre pedidos y sonrisas, ocurre algo especial: miles de personas se reúnen con un propósito común. Familias, amigos, estudiantes, trabajadores; todos comparten una mesa que, por un día, se convierte en punto de encuentro para la solidaridad.
Lo que se construye a través del sabor
El impacto del Gran Día se refleja en los lugares donde la ayuda se vuelve tangible. A través de Fundación Infantil Ronald McDonald, cientos de familias encuentran un refugio cuando enfrentan la enfermedad de un hijo. Tres Casas Ronald —en Ciudad de México, Estado de México y Puebla— abren sus puertas a quienes necesitan un hogar temporal, alivio y contención.
En paralelo, Aldeas Infantiles SOS México impulsa programas que fortalecen el futuro de niños y jóvenes, brindándoles herramientas para construir una vida digna, estable y libre de vulnerabilidad. En cada historia hay un hilo invisible que conecta el momento en que alguien decidió comprar una hamburguesa con la oportunidad de otro para volver a sonreír.
El poder de un Gran Día
El Gran Día invita a participar desde lo simple, a sumar desde lo posible. A veces, la distancia entre la indiferencia y la empatía se define con un acto tan sencillo como compartir.
Del 11 al 27 de noviembre, cada McTrío Big Mac de $119 pesos representa una promesa: la de transformar un bocado en apoyo.
—El sabor de ayudar existe—, y este noviembre está servido en cada restaurante McDonald’s del país.
McDonal’s cerca de mi: búscalo aquí.
