La presencia de árboles en una ciudad o en una zona rural es crucial en nuestro entorno. Además del impacto ambiental positivo, regulan la luz que llega al asfalto, suavizan el calor que condiciona los trayectos, crean rutas más caminables y estabilizan el entorno donde las familias viven, trabajan y se desplazan. También influyen en la forma en que una comunidad percibe sus espacios: un barrio con vegetación invita al movimiento, al descanso y a la permanencia.
Esa lógica cotidiana explica por qué la reforestación se ha convertido en una de las intervenciones ambientales con mayor sentido práctico para el México actual.
En esa línea donde converge la vida urbana con la rural, la Fundación del Dr. Simi, A.C. —quien cumple 30 años— ha desarrollado una labor ambiental de gran escala con implicaciones concretas: tres millones de plantas y árboles sembrados en el país.
Una cifra que modifica el modo en que una comunidad respira, se desplaza, se resguarda y se relaciona con su entorno.
Infraestructura natural para un país diverso
Un árbol regula temperatura, humedad, estabilidad del suelo y calidad del aire. En zonas urbanas, reduce el estrés térmico, mejora la movilidad peatonal y aporta espacios donde la convivencia se siente más cómoda. En zonas rurales, atenúa erosiones, protege cultivos, conserva humedad y sostiene formas de vida asociadas a la biodiversidad local.
Los tres millones de árboles y plantas impulsados por la Fundación funcionan como un sistema vivo que sostiene la actividad diaria y que, con el tiempo, se integra al paisaje sin perder eficacia.
Este esfuerzo cobra especial relevancia al observar el contexto mexicano, marcado por retos ambientales que afectan directamente la salud, la economía familiar y la calidad de vida.

Reforestar para cuidar la salud: una relación que rara vez se comenta
La misión de la Fundación del Dr. Simi, A.C. tiene sus bases en la salud y la alimentación. Su enfoque ambiental encaja en esa visión de forma natural.
El aire más limpio reduce cargas respiratorias y cardiovasculares. Los entornos verdes ayudan a disminuir estrés y favorecen la recuperación emocional. Las zonas reforestadas suavizan temperaturas en lugares donde el calor condiciona las rutinas.
Este impacto complementa su labor asistencial, que alcanza a más de dos millones de personas cada año. Un árbol —o tres millones— amplía la sensación de bienestar y contribuye a que una comunidad recupere un tipo de calma perceptible en la calidad del aire.
Cuando el clima se altera, los ecosistemas sostienen
México enfrenta fenómenos climáticos cada vez más intensos. En ese escenario, la reforestación actúa como una defensa previa: estabiliza suelos, reduce deslaves, modera inundaciones y mitiga los efectos de lluvias severas.
Mientras el programa SIMI III atiende emergencias y ha brindado apoyo a más de 110,000 personas tras desastres naturales, los árboles plantados funcionan como un amortiguador que prepara al territorio para resistir.
La intervención inmediata se canaliza mediante brigadas médico-asistenciales; la protección a largo plazo se cultiva con raíces y sombra.
El ambiente también es comunidad: cómo un árbol modifica la convivencia
Las decisiones ambientales pueden transformar dinámicas colectivas. En calles arboladas, las personas caminan más, permanecen más tiempo en exteriores y establecen nuevas formas de interacción. En zonas rurales, la reforestación fortalece actividades productivas, conserva agua y favorece prácticas de autoconsumo que sostienen la economía cotidiana.
Estas variaciones influyen en la estabilidad del entorno social. Los Centros Comunitarios del Dr. Simi, con 38,000 servicios anuales para más de 7,000 beneficiarios, se desarrollan en espacios donde el ambiente favorece el aprendizaje, la convivencia y el bienestar.
El entorno no es un elemento pasivo; participa en la educación, la salud, la movilidad y el ánimo colectivo.

El valor de lo que crece: tres décadas reconstruyendo la relación con el entorno
En treinta años de trabajo, la Fundación del Dr. Simi ha construido una visión ambiental que acompaña su misión central: mejorar la calidad de vida, sostener comunidades y fortalecer a quienes enfrentan condiciones de vulnerabilidad.
La reforestación se integra a su red de acciones: donaciones alimentarias, atención médica, apoyo emocional y programas especializados que alcanzan a familias, niños, adultos mayores, personas con discapacidad y comunidades enteras.
Se vincula con el Plan de Lucha contra la Pobreza Extrema, que ha beneficiado a 45,000 familias en 237 comunidades, y con una red de más de 1,100 instituciones apoyadas.
Cada planta es un recordatorio material de una visión de bienestar amplia, donde el aire también se cuida.
Treinta años después, la huella se vuelve paisaje
Tres millones de árboles representan un sistema que sostiene la salud física, emocional y social del país. La Fundación del Dr. Simi ha demostrado que la responsabilidad ambiental se expresa en decisiones que permanecen, en acciones que se vuelven parte del territorio y en paisajes que protegen más de lo que aparentan.
Treinta años después, su impacto se percibe en sombra, en suelo fértil y en aire más sano. Construir bienestar también significa cuidar el entorno donde la vida sucede.
