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Infantino-Trump: ¿Una alianza que amenaza el rol de México en el Mundial 2026?

La creciente influencia de FIFA en EE. UU. y la notoria cercanía de su presidente generan inquietud de la posibilidad de poner en riesgo las sedes mexicanas

Gianni Infantino y Donald Trump
Gianni Infantino y Donald Trump El presidente estadounidense busca adueñarse del Mundial 2026 (Getty Images)

En el complejo tablero de ajedrez del futbol mundial, donde la política y los intereses económicos a menudo se entrelazan con la pasión deportiva, una creciente inquietud se cierne sobre la participación de México en el Mundial de 2026, después del anuncio de las nuevas oficinas de la FIFA en la Torre Trump, propiedad del presidente estadounidense.

La consolidación de la presencia de la FIFA en Estados Unidos, sumada a la notoria amistad entre el presidente de la entidad, Gianni Infantino, y el mandatario Donald Trump, genera un análisis de por qué esto podría, bajo ciertas circunstancias, afectar la co-organización del torneo en suelo mexicano.

La Expansión de FIFA en EE. UU.

Si bien la sede principal de la FIFA permanece en Zúrich, Suiza, la presencia operativa de la federación en Estados Unidos se intensificó notablemente, sobre todo con la designación de Norteamérica como sede del Mundial de 2026.

Gianni Infantino-Donald Trump
Gianni Infantino-Donald Trump El presidente de la FIFA volvió a visitar la Casa Blanca (@gianni_infantino)

FIFA ya cuenta con una oficina en Nueva York, pero los recientes movimientos y la estrecha relación entre Infantino y Donald Trump sugieren una profundización de la influencia estadounidense en la cúpula del futbol mundial.

La amistad entre estas dos influyentes figuras no es un secreto; se han documentado encuentros públicos, partidas de golf y un mutuo aprecio expresado en diversas ocasiones.

Trump fue un abierto defensor de la candidatura norteamericana para el Mundial de 2026, y desde entonces, su relación con el líder de la FIFA es objeto de atención.

Esta cercanía, percibida como una alianza estratégica, podría otorgar a Estados Unidos un peso desproporcionado en las decisiones futuras relativas al torneo, independientemente de quién ocupe la Casa Blanca en el momento del Mundial, si la influencia de Trump se mantiene en el ámbito político.

Esta buena sintonía entre una de las figuras políticas más influyentes del mundo y el máximo dirigente del futbol global es, para muchos analistas, una fuente de poder e influencia sin precedentes para el país anfitrión principal.

Contraste en las relaciones con México y Canadá

La preocupación de México se acentúa al contrastar la frecuencia y naturaleza de los encuentros de Infantino con Trump frente a los que ha tenido con los líderes de las otras naciones anfitrionas.

Mundial 2026 de la FIFA
Donald Trump Gianni Infantino President Donald Trump and President of Fédération Internationale de Football Association (FIFA) Gianni Infantino pose with fellow FIFA officials after Trump signed an executive order in the Oval Office at the White House on March 07, 2025 in Washington, DC. President Trump signed an executive order establishing a White House Task Force for the 2026 World Cup. (Photo by Anna Moneymaker/Getty Images) (Anna Moneymaker)

Mientras la relación con Donald Trump es de constante interacción pública, viajes conjuntos y elogios mutuos, los contactos de Infantino con la actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum, han sido notablemente menos frecuentes y de un carácter puramente oficial.

Aunque se confirmaron reuniones para abordar la planeación del Mundial 2026, estas carecen del nivel de afinidad personal y de la visibilidad política que se observa con Trump. Se presume que la dinámica con las autoridades canadienses sigue un patrón similar, más enfocado en la coordinación técnica y logística que en una alianza estratégica profunda. Esta disparidad en el acceso y la percepción de influencia podría generar inquietud sobre la equidad en la toma de decisiones cruciales para el torneo.

¿Un Riesgo para México en el Mundial 2026?

La principal preocupación para México radica en la posibilidad de que esta cercanía Infantino-Trump, y la creciente gravitación de FIFA hacia Estados Unidos, derive en decisiones que, aunque no eliminen a México como co-anfitrión, sí puedan mermar su protagonismo o sus beneficios.

El Mundial de 2026 es un evento tri-nacional, compartido entre Estados Unidos, México y Canadá; sin embargo, las particularidades de esta co-organización y la disparidad de infraestructura entre los tres países añaden una capa de complejidad.

Mientras que Canadá también albergará partidos, la capacidad de EE. UU. es abrumadora; si bien las sedes mexicanas: Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey tienen la infraestructura y la historia futbolística para albergar encuentros de alto perfil, existe la contingencia de que, ante cualquier eventualidad o retraso en la preparación de las sedes mexicanas (ya sea por infraestructura, seguridad o cualquier otro factor), Estados Unidos, con su vasta red de estadios modernos y su probada capacidad logística para albergar megaeventos deportivos, podría asumir la celebración de esos partidos sin mayores contratiempos.

Esta capacidad de respaldo estadounidense es una realidad que otorga una posición de ventaja y una potencial influencia en la asignación final de partidos y recursos.

Más allá de esta contingencia, la influencia política podría inclinar la balanza hacia un mayor número de partidos, o juegos de mayor relevancia, en territorio estadounidense.

Esto incluiría potenciales escenarios para rondas eliminatorias avanzadas o partidos clave de la fase de grupos, dejando a México con una porción menor de la “tajada” económica y mediática del evento.

La gestión de recursos, patrocinios locales y la distribución de ingresos también podrían ser áreas donde una mayor influencia de EE. UU. se haga sentir.

Es fundamental recalcar que, hasta el momento, no hay ninguna señal oficial que indique una amenaza directa a la participación de México como co-anfitrión del Mundial 2026.

Las ciudades mexicanas están confirmadas y los preparativos avanzan; no obstante, en el complejo ecosistema del futbol global, donde las decisiones se toman a menudo tras bambalinas, la alineación de poder entre el presidente de la FIFA y una figura política de la talla de Donald Trump, junto con la expansión de la propia organización en suelo estadounidense, genera un ambiente de cautela y análisis profundo sobre las dinámicas de poder que podrían perfilar el desarrollo de la próxima Copa del Mundo.

El destino de la co-organización tripartita, aunque formalmente establecido, siempre estará sujeto a las corrientes políticas y económicas que puedan mover los hilos del deporte rey.

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