La boxeadora Alejandra Oliveras, más conocida como “La Locomotora”, falleció el 28 de julio a los 47 años. Campeona mundial en seis ocasiones, su historia es mucho más que un récord deportivo, es un testimonio de fuerza interior, lucha contra la adversidad y profundo compromiso con los demás.
Nacida en San Salvador de Jujuy, una ciudad del norte de Argentina, en un entorno de pobreza y violencia, fue víctima de violencia de género desde los 14 años y madre adolescente. Sin embargo, Alejandra no se dejó vencer. Encontró en el boxeo una herramienta para transformar el dolor en poder, canalizando su sufrimiento hacia la superación personal y el servicio a los demás.
Su filosofía se condensaba en una idea clara: “La vida es una pelea que hay que enfrentar”. Para ella, los golpes de la vida eran inevitables, pero lo esencial era levantarse siempre. Esta mentalidad la llevó a salir de la pobreza, a desafiar las desigualdades de género en el deporte y a convertirse en un faro para quienes vivían situaciones similares a la suya.
Compromiso social y lucha por la igualdad
Oliveras no sólo brilló en el ring, también se convirtió en una referente de lucha social. Fundó un gimnasio en Santo Tomé y creó el “Team Locomotora” en Santa Fe, donde entrenaba gratuitamente a jóvenes vulnerables y mujeres víctimas de violencia. Allí, además de técnica de boxeo, enseñaba autoestima, defensa personal y valores: “Acá vienen mujeres golpeadas, les cambiamos la mente y les salvamos la vida todos los días”.
Fue una crítica ferviente de las desigualdades en el deporte. “Tengo los mismos cinturones que Mayweather, pero él es millonario y yo no gané ni un peso”, decía con claridad. Más que una queja, era un llamado a la equidad en el boxeo y en la sociedad.
Durante la pandemia del Covid-19, organizó colectas de alimentos y campañas solidarias, convencida de que “con educación y deporte se pueden salvar vidas”.
¿Qué decía “La Locomotora” Oliveras sobre la muerte?
Su visión sobre la vida y la muerte también fue inspiradora. En una entrevista con Alejandro Fantino en 2022, expresó: “¿Qué extrañarías si te estás por morir en 10 minutos? (...) No serían los problemas o el dinero, sino respirar, abrazar, el sol”. Alejandra vivía cada día con intensidad, sin miedo al final. “No estoy triste nunca. Estoy contenta, me levanto con ganas”, decía.
Creía firmemente que la felicidad se construye con esfuerzo y que “a la felicidad no te la regalan: hay que luchar, trabajar y ser buena persona”. Su frase “Nunca pares, nunca te conformes, hasta que lo bueno sea mejor y lo mejor, excelente” resuena como un legado viviente en quienes entrenaron con ella o simplemente escucharon su historia en redes sociales.