El brillo de los clavados mexicanos, una de las disciplinas más exitosas del deporte nacional, ha sido opacado por una revelación que expone un oscuro entramado de presiones internas y manipulación.
En el podcast La Capitana, el atleta olímpico Iván “Pollo” García destapó una dolorosa historia sobre el proceso de preparación rumbo a los Juegos Olímpicos de Río 2016, al confesar que su hoy esposa, la multimedallista Paola Espinosa, fue forzada a mantener una relación sentimental con otro clavadista de la delegación.
¿Con quién forzaron a Paola Espinosa a tener una relación?
Sin mencionar directamente los nombres, García relató que la coacción provenía de la entonces entrenadora de Espinosa, quien la obligaba a seguir con su compañero de equipo para evitar que él cayera en depresión y afectara su rendimiento deportivo.
“A Paola la obligaban a estar en una relación con un compañero para que no se deprimiera y pudiera seguir entrenando”, sentenció García, en una confesión que ha cimbrado los cimientos del deporte nacional.
La delicada situación afectó profundamente la relación entre Iván y Paola, y también tuvo consecuencias directas en la preparación deportiva de la clavadista.
García relató que Paola le confesaba que no podía entrenar, pues “llegué a la alberca y me agarró mi entrenadora con el otro involucrado, y todo el día me estuvieron obligando a regresar con él”.
Esta fragmentación del equipo y la tensión emocional eran un secreto a voces, ya que reporteros que cubrían los entrenamientos en el Ceforma atestiguaban cómo Espinosa y el aludido compañero entrenaban en horarios diferentes para evitar cualquier tipo de contacto.
La revelación de Iván García cobra una dimensión aún mayor al recordar que la entrenadora referida era Ma Jin, la estratega de origen chino que llevó a Espinosa a sus más grandes éxitos, incluyendo sus medallas olímpicas en Beijing 2008 y Londres 2012.
La clavadista había llamado a Ma Jin su “segunda madre”; sin embargo, el quiebre de su relación, evidenciado cuando Espinosa se retiró sin agradecerle públicamente, ahora parece tener un motivo claro: la insistencia de la entrenadora en mantener un vínculo afectivo contra la voluntad de su alumna.
La presión sobre Espinosa cesó únicamente después de los Juegos Olímpicos de Río 2016, una vez que ya no corría el riesgo de ser excluida del equipo nacional. Fue en ese momento que Iván García pudo consumar su amor por Paola, diciéndole “vente conmigo”.
La relación floreció en libertad, y Espinosa se desvinculó de Ma Jin para unirse a su nueva etapa en Guadalajara con el entrenador Iván Bautista, consolidando así el fin de una era y el inicio de una nueva etapa personal y deportiva.

Este testimonio de Iván García no solo arroja luz sobre los desafíos personales que enfrentaron los atletas, sino que también reabre la conversación sobre las presiones extremas y el costo emocional que a veces conlleva alcanzar la gloria deportiva en México.
La revelación, además, reactiva la polémica de 2016 sobre la supuesta intervención del entonces director de Conade, Alfredo Castillo, quien habría dispuesto recursos públicos para apoyar psicológicamente al clavadista que mantuvieron en el anonimato, lo que pone en evidencia un oscuro capítulo en la historia de la natación mexicana, donde el rendimiento parecía estar por encima de la salud mental de sus figuras.