El deporte mexicano vive un momento de euforia tras el extraordinario desempeño de Osmar Olvera en el Campeonato Mundial de Deportes Acuáticos en Singapur 2025.
A sus 21 años, el clavadista se consagró no solo como campeón mundial en la plataforma de 3 metros, sino que, con una cosecha total de una medalla de oro y tres de plata, fue reconocido oficialmente como el Mejor Clavadista del certamen. Sin embargo, la celebración por este histórico logro se mezcla con una profunda preocupación.

Olvera, la nueva joya de la corona, teme que el éxito de su entrenadora, Ma Jin, termine por alejarla de México.
Desde que llegó al país en 2003, Ma Jin ha sido la mente maestra detrás de una revolución en los clavados nacionales. Con su estilo riguroso y su inquebrantable disciplina, moldeó el talento de figuras que ya son leyenda, como Paola Espinosa y Rommel Pacheco, y ahora guía a una nueva generación con Osmar Olvera y Juan Celaya.
Cada medalla ganada en los últimos años lleva la huella de su trabajo, transformando a México en una potencia global en los deportes acuáticos.
No es de extrañar que el éxito de Ma Jin haya despertado el interés de otras naciones. Su probada capacidad para producir campeones ha resultado en tentadoras ofertas de otros países, una situación que Osmar Olvera reconoce con inquietud.
El clavadista, recién llegado de la hazaña en Singapur, sabe que el camino hacia su máximo sueño, el oro olímpico en Los Ángeles 2028, sería mucho más arduo sin su guía.
Por ello, el joven campeón ha lanzado un llamado directo y sincero. Próximo a reunirse con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, Olvera tiene claro cuál será su principal petición.
“Si tengo chance de hablar con ella, le pediría que Ma Jin se quede. Ha tenido ofertas de otros países y me gustaría que le subieran el sueldo para que se quede con nosotros”, confesó el atleta.

Para Olvera, el vínculo con su entrenadora va más allá de un simple contrato. Es una conexión emocional que se ha forjado a lo largo de los años. “Es como una segunda madre. Nos enseña todo lo que sabe y me ayuda a ser mejor cada día”, compartió.
Este lazo, combinado con la experiencia técnica de Ma Jin, ha creado el entorno perfecto para que los atletas den lo mejor de sí. El clavadista concluyó su llamado con una petición de justicia: “El cariño es lo primero, pero merece un pago justo, como el que le darían en China”. La decisión de retener a Ma Jin, y con ello al futuro de una disciplina, ahora está en manos de las autoridades deportivas y políticas del país.