La pasión se desbordó en el Estadio Carlos Tartiere en un encuentro que quedará marcado en la historia reciente del Real Oviedo.
En un partido vibrante contra el Barcelona, el equipo asturiano, ahora propiedad de Grupo Pachuca, cayó con la cabeza en alto con un marcador final de 2-1.
A pesar de la derrota, el golazo de Alberto Reina fue un momento de pura magia y un recordatorio del espíritu de lucha que caracteriza a los “Carbayones”.
El partido, una montaña rusa de emociones, tuvo su clímax en el minuto 33; con un derechazo impresionante desde más allá del área, Reina lanzó un misil que se coló por la escuadra, dejando sin opción al guardameta culé y desatando la locura en las gradas.
El tanto no solo fue estéticamente impecable, sino que también demostró la ambición del Oviedo por medirse de igual a igual con uno de los gigantes de La Liga.
La inercia del juego cambió en el segundo tiempo. La calidad individual del Barcelona se impuso, y el equipo catalán, con su acostumbrada posesión de balón y combinaciones precisas, buscó el empate con insistencia.
El gol de la igualada llegó por obra de Robert Lewandowski en el minuto 62, aprovechando una jugada colectiva que rompió la defensa local; la remontada se completó en los minutos finales, cuando Ansu Fati, con frialdad y oportunismo, convirtió el 2-1 definitivo que sentenció el partido.
Este resultado, aunque amargo para la afición ovetense, no opaca el desempeño del equipo. Con esta derrota, el Real Oviedo se ubica en la zona media de la tabla de posiciones, demostrando que su proyecto deportivo está en camino de consolidarse en la élite del futbol español.
Por su parte, el FC Barcelona escaló a la segunda posición, reforzando sus aspiraciones de luchar por el título liguero y demostrando que, incluso en los partidos más complicados, su jerarquía se impone.