En un mundo donde los límites se redefinen constantemente, Andrea Dorantes decidió ir más allá de las fronteras humanas.
La exploradora y alpinista mexicana se prepara para uno de los retos más extremos que pueden existir: cruzar la Antártida en solitario para llegar al Polo Sur, recorriendo mil 130 kilómetros sobre hielo, viento y temperaturas que pueden descender hasta –80 °C.

En exclusiva para Publimetro, Dorantes compartió los detalles de esta misión que no solo pondrá a prueba su resistencia física, sino también su fortaleza mental.
Su objetivo es convertirse en la primera mujer mexicana en completar esta travesía, una ruta que apenas 80 personas en el mundo han logrado concluir, de las cuales solo 16 son mujeres.
“Desde que conocí la Antártida, supe que algún día regresaría para intentar algo grande”, confesó. “Cuando me enteré de que existía esta ruta al Polo Sur, no pude sacarla de mi cabeza. Es un sueño que llevo años construyendo”.
Una misión de resistencia y soledad
La expedición de Andrea Dorantes iniciará desde la costa interior del continente blanco y se extenderá durante aproximadamente dos meses, en los que arrastrará un trineo de más de 110 kilogramos con todo lo necesario para sobrevivir: una tienda de campaña, combustible, equipo técnico y comida para 60 días.

“Llevo solo lo indispensable”, explicó; “No hay margen para lujos. Cada kilo cuenta cuando lo arrastras día tras día en medio del hielo”.
El viaje no será solo físico, la mexicana deberá soportar jornadas de entre 10 y 12 horas de esquí diarias, enfrentando un entorno completamente blanco, sin fauna, vegetación ni señales de vida: “El sol brilla las 24 horas y el paisaje no cambia. Es el lugar más frío y solitario del planeta”, relató.
Aun así, aseguró que la clave para superar las adversidades está en mantener la mente enfocada:
“Cuando estás completamente presente, el miedo desaparece. No hay espacio para dudar; solo puedes avanzar. Si te detienes, nadie va a venir por ti”.
El riesgo de lo imposible
Dorantes reconoce que la Antártida no perdona errores; en caso de emergencia, existe un protocolo internacional de rescate, pero llevarlo a cabo puede ser casi imposible, “A veces los aviones no pueden aterrizar por las condiciones del clima. Por eso debo estar preparada para cualquier escenario. Es un riesgo que acepto con respeto y responsabilidad”.
No es la primera vez que la alpinista mexicana se enfrenta a lo desconocido; en su trayectoria escaló montañas emblemáticas como el Everest, donde vivió uno de los momentos más difíciles de su carrera.
“Durante una tormenta, varios compañeros perdieron la vida. Esas experiencias te marcan para siempre, pero también te enseñan a valorar cada paso. Cada regreso a casa es una victoria”, reflexiona.
Aun con ese historial de desafíos extremos, reconoce que esta travesía será distinta a cualquier otra:
“Nunca he intentado algo tan grande. Es una mezcla de emoción, adrenalina y miedo, pero sobre todo de ganas de probarme a mí misma”.
El peso simbólico de una primera vez
Andrea Dorantes no solo busca un logro personal. Su meta representa también una declaración de inspiración para las nuevas generaciones de mexicanas que sueñan con romper barreras.

“Solo 16 mujeres en el mundo lo han logrado. Si puedo ser la primera mexicana, quiero que eso sirva para abrir camino a más. Quiero demostrar que no importa de dónde vengas, si tienes un sueño enorme, puedes cumplirlo”.
La exploradora consideró que su papel como mexicana le añade un significado especial al reto: “Vengo de un país donde hay talento, coraje y corazón. Quiero llevar eso conmigo al lugar más inhóspito del planeta”, comenta con orgullo.
Su mensaje para la juventud es tan simple como poderoso: “Si estamos vivos, tenemos que vivir todos los días al máximo. Y para hacerlo, hay que salir de la zona de confort. Solo enfrentando los miedos podemos tener una vida más completa”.
A medida que se acerca la fecha de partida, Andrea combina entrenamiento físico con preparación mental. Su cuerpo debe resistir temperaturas extremas, vientos cortantes y una rutina repetitiva. Pero su mente, dice, es el verdadero motor.
“Lo más difícil no será el frío, sino la soledad. Pasaré más de 60 días sin ver a nadie, solo rodeada de silencio. Pero ese silencio también te enseña mucho sobre ti misma”.
Cuando finalmente alcance el Polo Sur, Dorantes sabe exactamente qué dirá: “Todo es posible. Esa será mi primera frase, aunque también voy a querer unos tacos”.
La travesía de Andrea Dorantes no solo representa una hazaña deportiva, sino también un símbolo de resiliencia, disciplina y orgullo mexicano. Desde los Andes hasta el Everest, y ahora rumbo al fin del mundo, su historia demuestra que los límites existen solo para ser desafiados.
Su aventura rumbo al Polo Sur es, más que una expedición, un recordatorio de que la verdadera fuerza está en la mente y en el corazón.

