La ceremonia del sorteo del Mundial 2026 no solo definió el destino de las 48 selecciones participantes; también marcó un momento político sin precedentes: la primera aparición pública conjunta entre la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El encuentro ocurrirá en Washington D.C., donde ambos mandatarios asistieron al evento en el que se presentaron oficialmente los grupos del torneo que organizarán en conjunto México, Estados Unidos y Canadá.
Este acercamiento se realizó después de meses de intercambio diplomático, comunicaciones formales y un contexto bilateral complejo tanto en materia comercial como en temas migratorios.
Sin embargo, la Copa del Mundo sirvió como un puente inesperado que, al menos por unos minutos, colocará a ambos líderes en un mismo escenario. Para Sheinbaum, el viaje está enmarcado en su papel como jefa de uno de los países anfitriones; para Trump, la ceremonia representa una oportunidad de visibilidad internacional al encabezar parte del acto protocolario.
El encuentro fue breve, completamente público y con un tono estrictamente institucional. No se tiene conocimiento una reunión privada extensa entre ambos, sino un saludo protocolario en el marco del evento, acompañado por la presencia del primer ministro de Canadá, Mark Carney, completando así la representación política de los tres países organizadores.
Este momento adquiere relevancia no solo por la magnitud del Mundial, sino por el simbolismo político de ver juntos, por primera vez, a dos mandatarios cuya relación ha estado marcada por tensiones y expectativas. Más allá de sus diferencias, la organización del torneo exige cooperación trilateral, y el sorteo sirvió como un gesto visible de coordinación en un proyecto global.
El futbol, como tantas veces, vuelve a fungir como un escenario donde la diplomacia encuentra un espacio común; y en esta ocasión, lo hizo ante la mirada del mundo entero.