El Hijo del Santo está viviendo un momento histórico, íntimo y profundamente simbólico: la despedida definitiva del ring. Después de 43 años de lucha, de caídas, de triunfos, de máscaras y de un legado incomparable, llega la cuenta regresiva hacia un adiós que conmueve a México entero. No se trata solo del final de una carrera, sino del cierre de un capítulo que marcó generaciones, mantuvo vivo un personaje sagrado para la cultura popular y engrandeció un apellido que es, por sí mismo, un mito nacional.
En esta conversación con Publimetro, El Hijo del Santo abrió su corazón con honestidad, nostalgia y serenidad para explicar por qué este es el momento perfecto para retirarse. El público, que durante décadas lo acompañó al grito de “¡Santo, Santo, Santo!”, hoy lo escucha hablar no desde el combate, sino desde la memoria, la gratitud y la transformación.
Aquí comienza su despedida, contada con la misma dignidad con la que portó la máscara.
En una cuenta regresiva hacia un adiós, ¿en qué momento supiste que era el tiempo correcto para despedirte del ring?
— Pues, tuve una lesión en el año 2013, en las cervicales, en la quinta y sexta vértebra, y esto me hizo que tuviera que alejarme un año del ring. Los doctores estaban un poquito pesimistas, diciéndome que si seguía luchando me podía quedar paralítico, en fin. Y afortunadamente salí adelante, estuve descansando todo un año, y un poco más de un año, y en 2015 regresé a luchar, empecé a entrenar.
Y afortunadamente, pues, me sentí yo muy bien, pero fue un aviso. Yo pienso que fue un aviso para decir adiós, y empecé con esta idea de decirle adiós a la lucha libre. Y, pues, tuve el respaldo de mi familia, y han pasado ya más de 10 años de esto. Bueno, no los 10 años, han pasado 9 años, y decidí el año pasado, el año 2024, ponerle fin a mi carrera. Entonces la gira inició en el mes de abril del año 2024, y yo me prometí a mí mismo que no pasaba del 2025.
Hay un momento en que te sientas y digas “ya se acerca”… ¿Cómo lo vives?
— Sí, claro, y entre más se acercan, pues más llega ya la tristeza, porque sé que será la última vez que me voy a subir a un ring, será la última vez que voy a sentir ese contacto con el público, que no es lo mismo tener a tu público cerca, en la calle o en otro escenario, dándoles un espectáculo de lucha libre, y eso es lo que voy a extrañar: ese grito de “¡Santo, Santo, Santo!”, ver sus caras emocionadas, de angustia cuando me están golpeando.
Pero pues ya llega el momento y sí me siento triste, y también estoy contento porque es un final que espero que sea grande, un final con mucha felicidad, porque al final del camino hice una carrera bonita, una carrera digna, y eso me tiene muy contento.
Ser heredero de uno de los íconos más grandes de México no es fácil. ¿Cómo transformó ese legado tu vida? ¿Qué crees que pensaría tu papá de tu decisión de decir adiós?
— Siempre he sentido, y sobre todo en estos últimos años, que mi papá está muy orgulloso de lo que su hijo ha logrado, porque no le he fallado. He sido un hombre disciplinado, he sido un hombre que ha cuidado a este personaje de todas las maneras posibles. He llevado una carrera exitosa, con triunfos, no ha sido fácil, pero yo pienso y siento que él está orgulloso de mí, y creo que está muy contento de que yo haya tomado esta decisión de decir adiós.
Porque es el momento justo, el momento preciso, cuando estoy físicamente bien, que me siento todavía ágil, que me siento bien de salud, y no estoy diciendo adiós por una causa de lesiones o algo triste, sino por decisión propia, y creo que eso a él le hubiera gustado.
¿Cuál crees que es tu aportación más importante a la lucha libre mexicana?
— Pues no sé específicamente qué pude haber aportado a la lucha, pero lo que sí sé es que… o quizás esa sea mi aportación: haber continuado con un personaje tan importante como lo fue mi padre, Santo el Enmascarado de Plata, que para mí es el estandarte principal de la lucha libre mexicana, el luchador primero, el más grande.
Y el haber continuado con su legado durante 43 años, pues no fue fácil, y El Hijo del Santo lo logró. Tal vez esa ha sido mi aportación: mantener un personaje cuatro décadas más.
¿Ya sabes cuál será la última máscara que portes? ¿Habrá una capa especial?
— Bueno, tengo ahorita ya preparada una máscara para lo que será la última lucha, que es una máscara nueva y la quiero estrenar para que sea la última. Y la capa… tengo una capa con la imagen de la Virgen de Guadalupe, que no es nueva, pero no me había dado cuenta que la función del 13 de diciembre es justo un día después del Día de la Virgen. Entonces tal vez me traiga mi capa con la Virgen de Guadalupe. Mis padres eran muy devotos de la Virgen y eso me lo inculcaron.
¿Ya has pensado qué harás después del 13 de diciembre?
— Sí, hay muchas cosas que El Hijo del Santo quiere continuar. Quiero seguir obviamente con mi personaje. Doy conferencias motivacionales, quiero continuar con eso. Tengo pendiente la bioserie de mi padre, una historia sobre El Hijo del Santo, quiero publicar un libro.
Tengo muchas cosas en mente. Quiero reinventarme. No me quiero quedar así de “ya no voy a luchar y qué voy a hacer”. Hay mucho por hacer y mucho por compartir con el público. Lo único que ya no quiero es exponerme arriba de un ring.
¿Las series ya tienen guiones?
— Sí, ya está todo, ya están los guiones desde hace algún tiempo, pero lo hemos dejado pendiente por diferentes circunstancias. Ahora tendremos tiempo para darles luz verde.
¿Cuántas máscaras has usado en tu carrera? ¿Llevas el conteo?
— No llevo el conteo, pero tengo muchas guardadas. Depende: hay máscaras que me duran 15 luchas, 10 luchas, y algunas no me duran más que una porque las rompen. En 43 años… yo creo que son muchas más de 100.
Hasta podrías poner un museo solo de máscaras…
— Ese es otro proyecto. Tengo un museo privado, mi santuario, y quiero hacerlo público. Necesito un espacio grande para exhibir todo lo que tengo de mi padre y mío: vestuario, máscaras, trofeos, objetos personales. Es un museo, y ahí estarán todas.
¿Qué miedos o vulnerabilidades te dejó la lucha libre?
— Lo que me dejó esta carrera es aprendizaje. No todo fue fácil: hubo muchos obstáculos. Cada caída te enseña. Y aprendí a valorarme, a ser libre. A veces las empresas quieren esclavizar al luchador, explotarlo. Yo tuve que aprender a que me valoraran y me respetaran.
Para cerrar, si pudieras elegir tu mejor lucha, ¿cuál sería y por qué?
— Quizás la más importante fue mi debut, porque fue el inicio, el principio. Y la segunda será la despedida. Entre esos 43 años hay muchas luchas inolvidables, pero el debut fue un parteaguas.
Una curiosidad: ¿qué música escucha El Hijo del Santo?
— Me gusta toda la música. Depende del estado de ánimo. Si estoy entrenando, música con ritmo. Si estoy escribiendo o leyendo, música clásica. Me gusta Serrat, Sabina, los Beatles, The Doors, Manu Chao, Mago de Oz… escucho de todo.
¿Y habrá nuevo relevo generacional?
— Sí. Mi hijo, Santo Junior, ya viene retomando su carrera. Me da gusto. Lo veo preparado, con ganas. Le deseo lo mejor y le voy a dejar este lugar, como mi padre me lo dejó a mí.
¿Cuándo y dónde será la última lucha de El Hijo del Santo?
13 de diciembre en el Palacio de los Deportes (CDMX).