Del 6 al 14 de junio, el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) vuelve a abrir un espacio vibrante para los amantes del cine documental y la música con la sección Son de Cine – In-Edit.
La sección reúne películas que exploran la música como vehículo de expresión política, resistencia y conexión humana. Joel Torres, productor del FICG, compartió detalles de esta curaduría y los títulos que más lo conmovieron.
¿Qué distingue a la sección Son de Cine dentro del FICG?
—Es una sección que ya tiene aproximadamente 20 años dentro del festival y que da una muestra de lo que sucede en la música a nivel internacional, a través de documentales. Lo que nos gusta es cómo la música permite conectar con muchas historias, contextos y emociones. Y esta edición no es la excepción.
¿Cómo fue el proceso de curaduría para esta edición?
—Formamos parte de un comité de selección. Llevamos a cabo una convocatoria abierta y nos llegaron aproximadamente 11 títulos, de los cuales seleccionamos 6. Procuramos que hubiera diversidad de géneros: salsa, rap, punk, música latinoamericana... y también buscamos documentales que normalmente no llegarían a salas comerciales, por eso queremos que el público tenga la oportunidad de verlos en pantalla grande.
¿Qué diferencia hace verlos en una sala de cine?
—Muchísima. Algunos documentales usan los colores de manera muy intensa y creativa. Cuando el artista habla y la música suena, hay toda una exploración visual que en pantalla grande se vive diferente. Puedes verlos después en streaming, sí, pero no es lo mismo que vivirlo con sonido envolvente y con esa calidad de imagen.
A título personal, ¿hubo algún documental que te conmoviera especialmente?
—Sí, te voy a decir dos. El primero es The Story of Die Antwoord, un dueto sudafricano de rap-rave. El documental está narrado por su hija, Sixteen, y eso le da un ángulo muy especial. Además, las imágenes, el color, la música, todo te atrapa. Y la historia de ellos es muy potente: empezaron en el gueto de Ciudad del Cabo y llegaron a ser un fenómeno mundial.
El segundo es Una canción para mi tierra, de Argentina. Trata de un maestro de música rural que, junto a sus alumnos de primaria, denuncia el uso de agrotóxicos cerca de las escuelas. Componen canciones, hacen un concierto al aire libre… Me pareció una historia preciosa y muy necesaria.
¿Crees que el documental musical ha crecido en relevancia en los últimos años?
—Definitivamente. A raíz de la pandemia, muchos artistas buscaron nuevas formas de contar sus historias, más allá de redes sociales. El documental les permite profundizar y conectar. Vimos casos como el de David Bowie, Led Zeppelin, y la biopic de Queen también ayudó mucho a popularizar el formato. El hecho de que estos documentales lleguen a cines comerciales habla de una preferencia creciente del público.
¿Qué le dirías a quienes aún no han considerado ver documentales musicales en el festival?
—Que se animen, porque más allá de la música, estos documentales hablan de temas muy actuales: derechos humanos en Malasia, la crisis ambiental en Argentina, los orígenes de la salsa en Nueva York, o cómo un brasileño hace música con animales y botellas. Son historias que conmueven, divierten, y que abren conversaciones. Además, es la oportunidad de vivir el cine como se debe: en comunidad y en pantalla grande.
¿Dónde puede el público consultar la programación y horarios?
—Toda la información está en nuestras redes sociales, en @ficg y en la página oficial ficg.mx. Ahí pueden revisar horarios, sedes y planear su experiencia dentro del festival.
Documentales en proyección
The story of Die Antwoord
El productor y director sudafricano Jon Day pasó los últimos cinco años haciendo un documental sobre el misterioso grupo de rap-rave Die Antwoord, narrado por la hija de Ninja y Yo-Landi, Sixteen Jones, y con arte realizada por el surrealista fotógrafo Rober Ballen.
Queer as punk
Queer as Punk invita al público a las vidas de los miembros de la banda Faris, Yon y Yoyo, capturando conversaciones sinceras durante el cambiante panorama político de Malasia. La película profundiza en temas de autoexpresión, transformación corporal, amor, expectativas parentales, ansiedad y participación política, todo en el contexto de un país que niega los derechos queer.
Una canción para mi tierra
Ramiro Lezcano, un maestro rural de música en Argentina, descubre algo perturbador: aviones fumigan con agrotóxicos cerca de las escuelas, poniendo en riesgo la salud de sus alumnos. Entonces, Ramiro y los niños componen canciones que denuncian esta problemática pero la iniciativa encuentra una resistencia feroz en la comunidad local. El maestro decide elevar su protesta a otro nivel para ser escuchado y organiza un concierto masivo en medio del campo: un “Woodstock ambiental”.
La Salsa Vive
Un documental que narra la historia de dos ciudades vibrantes unidas por el latido de la música salsa: Nueva York, donde nació este género, y Cali, Colombia, donde hoy se mantiene más vivo que nunca.
La Joia: Bad Gyal
Publicado a inicios de este 2024, La joia ha sido un disco debut categórico: ubicó a Bad Gyal como voz distintiva del género urbano; una figura a la vez sexy, ambiciosa, perfeccionista y resiliente. Este documental sigue a la cantante catalana por ciudades de varios países, en una gira de conquista de masas, no exenta de dificultades.
Bonus: Gala Inaugural Premio Maguey
Murió la fantasía, dirección de Rubén Bañuelos e Iván López Barba.