La primera edición del Festival Bandemia, que marcaba el debut presencial de un proyecto que llevaba cuatro años promoviendo bandas emergentes, terminó abruptamente la noche del viernes 2 de agosto en la Sala Urbana de Naucalpan. Lo que prometía ser una celebración de la música independiente, se convirtió en un evento marcado por la desorganización, agresiones y la suspensión del espectáculo antes de su cierre oficial.
Desde horas antes, el festival parecía marchar conforme a lo planeado: los accesos se abrieron a las 11:00 y las bandas comenzaron a tocar puntualmente. A través de redes sociales, los organizadores compartían videos y agradecimientos. Sin embargo, hacia las 17:00 horas comenzaron los primeros llamados de alerta: “No empujen las vallas”, se leía en una de sus publicaciones. El ambiente se tensaba conforme se acercaba la noche.
A las 20:30 horas, Bandemia dejó de compartir contenidos musicales y comenzó a informar que, por recomendaciones de Protección Civil, se restringirían los accesos debido a una supuesta venta irregular de boletos. La noticia generó confusión y enojo entre los asistentes que aún no habían ingresado, muchos de los cuales contaban con boleto pagado.
Según los organizadores, la capacidad acordada era para dos mil 500 personas, pero Sala Urbana cerró el acceso cuando apenas habían entrado mil700, supuestamente sin consultar al festival. Esto dejó fuera a cientos de asistentes, lo que desató enfrentamientos con el personal de seguridad.
Videos que circulan en redes este domingo muestran forcejeos, gritos y uso excesivo de fuerza por parte de algunos elementos de seguridad. Bandemia, en un comunicado, se deslindó de las agresiones, responsabilizando a la Sala Urbana y su personal por las decisiones tomadas.
Una historia que se repite
Lo ocurrido con Bandemia recuerda lo sucedido con otros festivales en México que han sido cancelados o interrumpidos por problemas similares. En 2022, el Baja Beach Fest vivió momentos de tensión por saturación en los accesos; en 2023, el Festival Bahidorá fue criticado por la falta de seguridad tras varios robos; y el Ceremonia, en distintas ediciones, también ha enfrentado protestas por logística y falta de protección al público.
El caso de Bandemia expone una vez más la falta de regulación clara para eventos emergentes y la fragilidad de la producción independiente en un país donde la violencia y la desorganización pueden apagar la música antes de que suene la última canción.
Los organizadores se comprometieron a reembolsar el costo de los boletos a quienes no lograron ingresar, aunque no ofrecieron una nueva fecha ni una solución estructural. Para muchos, el sueño de ver consolidado un festival creado desde la autogestión se esfumó en medio del caos.