Por amor. Así podría resumirse la noche en que Guadalajara rindió homenaje a uno de sus más grandes intérpretes: Marco Antonio Muñiz, El Lujo de México. En el marco de las Fiestas de Octubre, la emoción se mezcló con la nostalgia al ver al cantante de 92 años subir al escenario del Auditorio Benito Juárez, en una velada que celebró más de siete décadas de trayectoria, elegancia y voz inolvidable.
Pasadas las 22:30 de la noche, y tras un recorrido musical por los temas que marcaron generaciones, Jorge “Coque” Muñiz llamó al escenario a su padre. Marco Antonio, recién operado y con paso precavido, apareció entre aplausos. Su figura —serena, vestida con la distinción de siempre— recorrió lentamente el escenario mientras los presentes se ponían de pie para ovacionarlo. No eran miles, pero sí los suficientes para llenar el aire de gratitud.
Entonces sonó Por amor, el tema que lo inmortalizó y que da título a su libro autobiográfico. Todos los artistas invitados —entre ellos Mijares, la Rondalla Motivos, Los Miranda, y la Orquesta Sinfónica— unieron sus voces en un momento que pareció suspender el tiempo. En ese instante, El Lujo de México recibió a plenitud el tributo que se le debía desde hacía años.
El público, conmovido, lo vio levantar las manos en señal de agradecimiento. Marco Antonio no habló: habló su mirada. La emoción era evidente también en sus hijos —Toño, Axel y Jorge Muñiz—, quienes acompañaron con orgullo a su padre en este homenaje que reunió familia, música y memoria.
A pesar de la entrega artística, la noche dejó una sensación agridulce. El recinto no logró llenarse, algo que contrastó con la magnitud del homenajeado. Quienes asistieron, sin embargo, compensaron con su energía lo que faltó en número. Cada aplauso resonó con más fuerza, como si los presentes quisieran representar a los ausentes.
Durante la velada, se entregó un reconocimiento institucional a Marco Antonio Muñiz, con la presencia del gobernador Pablo Lemus, la coordinadora de Desarrollo Social Andrea Blanco, y el secretario de Cultura de Jalisco, Gerardo Ascencio. Todos coincidieron en que el intérprete nacido en 1933 sigue siendo un símbolo de elegancia, pasión y respeto por la música mexicana.
A las 10:52 de la noche, el aplauso final se extendió más de un minuto. Marco Antonio miró al cielo, sonrió y con un leve movimiento de manos dijo adiós. Fue un cierre digno, lleno de amor, aunque con la tristeza de ver que su grandeza no alcanzó el lleno que merecía.
Porque si algo quedó claro, es que la voz de Marco Antonio Muñiz sigue viva en cada nota, y su historia seguirá sonando… por amor.
