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El poder del Divo: Juan Gabriel, Salinas de Gortari y la política detrás del Palacio de Bellas Artes

“Debo, puedo y quiero”, un nuevo documental de Netflix, revela la relación de Juan Gabriel con el poder, la cultura y la política en la era priísta

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Foto: (Facebook: Juan Gabriel)

Juan Gabriel, “El Divo de Juárez”, no sólo es una leyenda de la música mexicana: también fue un actor involuntario dentro del tablero político de México. Su carisma, su arraigo en todos los sectores sociales y su capacidad de convocatoria lo convirtieron en un aliado simbólico del poder. En una época donde la cultura popular servía como instrumento de legitimación política, su figura fue aprovechada por el régimen priísta para proyectar una imagen moderna y cercana al pueblo.

El documental de Netflix “Debo, puedo y quiero”, estrenado en este octubre, explora esa dimensión política. A través de material inédito, audios personales y entrevistas con allegados, el filme reconstruye la compleja relación del cantante con el poder, especialmente durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).

Encuentro telefónico de leyendas

Uno de los momentos más reveladores es una conversación telefónica con María Félix, incluida entre las “365 notas” personales del artista. En ella, Juan Gabriel confiesa a “La Doña”:

“Tiene mucho que ver ahí la mano del presidente Carlos Salinas, porque yo le ayudé mucho en la campaña en Chihuahua cuando la situación estaba muy difícil, cuando Chihuahua era panista. Y él quedó muy agradecido conmigo”.

La llamada, grabada en tono íntimo y confidencial, muestra a un Juan Gabriel agradecido, no calculador. Enfrentaba prejuicios elitistas que consideraban su música “vulgar” para un recinto como Bellas Artes. La intervención presidencial permitió que, en mayo de 1993, se convirtiera en el primer artista de música popular mexicana en presentarse con la Orquesta Sinfónica Nacional en ese escenario.

El favor presidencial y la estrategia del PRI

El documental contextualiza este episodio como una alianza de conveniencia. En 1988, Juan Gabriel había mostrado apoyo público a Salinas durante su campaña, participando en eventos en Chihuahua, la tierra que lo vio nacer como artista, y atrayendo multitudes que reforzaban la imagen del candidato priísta en un proceso electoral marcado por acusaciones de fraude.

En imágenes inéditas, se ve a ambos compartiendo risas en una casa de campo. La esposa del presidente, Cecilia Occelli, fue invitada especial al histórico concierto de Bellas Artes, donde los boletos se agotaron en horas.

Para el régimen, la figura de Juan Gabriel ofreció un puente emocional con las masas; para el artista, el gesto fue la validación de su arte dentro de la élite cultural mexicana.

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