Estilo de vida

Christian Lacroix: el diseñador más extravagante renace en la moda bajo sus propios términos

Moda. El histórico creador vuelve luego de diez años de retiro con Desigual y como un outsider refrescante en cuanto a producción creativa.

Christian Lacroix es uno de los nombres míticos de la industria de la moda. Desde los años 80 mostró que la industria podía dar espacio a alguien que combinara el barroquismo y la extravagancia de manera imaginativa y desenfadada. Esta visión se trasladó a varias líneas de moda y licencias. Incluso vistió a las azafatas de Air France y a Christina Aguilera, y para 2009 sus piezas ya tenían exposiciones retrospectivas y colaboraciones como la que hizo con Dries Van Noten.

Pero en 2009 cerró su firma para volver, en un breve destello, con Desigual. Y luego de una década de reflexión, la marca española honra su trabajo con una nueva colección que muestra los elementos más distintivos de su universo.

“Cuando diseño algo, y es un best seller sin mi nombre, esto es más relevante por mí, que cualquier pieza diseñada con mi marca anterior: porque su usuaria escoge un vestido, no un nombre. No puedo trabajar en la moda de otra manera ahora”, dice el diseñador. Metro habló con él, luego de su retiro de más de diez años, sobre esta colección y su retorno a la moda, como un agente libre.

P: ¿Cómo ideó esta colección?

Amistad y entendimiento a primera vista. El compartir los mismos valores. La voluntad de llevar a más clientes de forma anónima. Cuando diseño algo, y es un best seller sin mi nombre, esto es más relevante por mí, que cualquier pieza diseñada con mi marca anterior: porque su usuaria escoge un vestido, no un nombre. No puedo trabajar en la moda de otra manera ahora. Los grandes conglomerados presionan.

Ahora, al principio creí que para Desigual sería fácil hacer algunos estilos creando patrones inesperados de una manera bella. Pero como he dicho que Desigual es un tipo de lenguaje que tienes que aprender practicándolo, pues luego de diez años, pienso que mi traducción del espíritu de la marca no es una caricatura, pero sí una versión hiperbólica, con patrones amplios, colores excéntricos y una forma especial de mezclar y empatarlo todo. Una aproximación en medio de su alma genuina y mi lado operativo si hablamos de moda.

También pienso que tenemos un sentido común de fantasía, ricos estampados, mezclas de colores y patrones, arte, etc. Esto, con una pasión por las flores, el cachemir y los motivos étnicos. El arte en general. Y lo que amo es mezclar temas clásicos con temas abstractos o referencias inesperadas.

“Cuando diseño algo, y es un best seller sin mi nombre, esto es más relevante por mí, que cualquier pieza diseñada con mi marca anterior: porque su usuaria escoge un vestido, no un nombre. No puedo trabajar en la moda de otra manera ahora”

¿Cuál fue el proceso para diseñar esta colección?

Tengo inspiración de las calles, fotografías viejas, el arte, revistas de moda, Tumblr, Instagram, museos, la historia, la geografía, etc. Soy un “iconófago” y colecciono locamente docenas de miles de íconos cada día, semana, mes. También memorias. Para esta colección me inspiré en los colores fauvistas, alfombras de Oriente, vívidos patrones geométricos, flores en todas las formas y colores desde África hasta la Europa del siglo 18.

Esta colección es una especie de “fantasía clásica”, con grandes patrones extravagantes y bouquets dulces y también una mezcla de inspiraciones de Oriente y Occidente con juegos gráficos.

¿Cómo fue combinar su universo con la tendencia athleisure en esta colección? ¿Por qué en esta corriente?

Naturalmente, lo hice porque el sportswear es parte de nuestro guardarropa. Incluso si uno no hace ejercicio.

¿Por qué cree que ha crecido el athleisure como categoría e inspiración? ¿Cree que falta más creatividad en el sportswear?

La moda sigue la forma de vida de cada época. Las personas de cada género, orientación, edad o nivel social ahora están más pendientes del deporte, lo practican lo más posible y usan cada vez más esta ropa incluso cuando no lo practican. Es cómoda, atemporal, le puedes añadir muchísimas capas y puede ser sexy y también lo contrario, o hacerte lucir joven, que es la idea de la “cultura” del milenio, que se trata más de la cultura física o intelectual, donde hay más busto que cerebro.

Ahora, la elegancia, lo chic, etc, son palabras olvidadas. Muchas casas de moda ahora quieren complacer a una generación que comparte esta pasión, pero no solo a través del deporte, sino a través de la música. Entonces ya no vemos más zapatos de cuero sino sneakers, no más abrigos, sino parkas, no más trajes, sino hoodies.

Debo decir que me inspiran ambos mundos, como cuando Anna Wintour mezcló una de mis chaquetas bordadas con un par de jeans viejos en su primera portada de Vogue en los años 80. Hoy una pieza de lentejuelas se puede usar con una parka o con un vestido de flores o leggings. Y Desigual siempre tiene algo qué decir cuando se trata de ropa de streetwear personalizada y la manera de usarla, dándoles a los usuarios todos los elementos que necesitan para sentirse parte del mundo de hoy, pero de la mejor manera personal posible.

Bajo su punto de vista, ¿cómo cree que ha cambiado la industria de moda luego de estos 10 años?

Creo que estaba harto de la moda cuando comenzó a ser lo que es ahora y paso a paso me di cuenta de que provoqué inconscientemente que mis años en la Alta Costura terminaran. No había diversión, sino solo presión, no inspiración genuina, sino márketing. De hecho, cuando era niño, quería ser un diseñador de vestuario, la moda pasó de repente.

Y yo creaba piezas teatrales, lejos de los bolsos virales, los blogs, las tendencias, etc. Pero siempre amé la ropa, el estilo, los estampados, la moda y la decoración en su más barroca y excéntrica expresión. Y Desigual tiene esta diversión decorativa, este juguetón sentido de la extroversión, con un proceso que me gusta. Y eso se combina con márketing, imágen, comunicación, mercadeo, y hacer equipos de producto para crear nuevos procesos cada temporada.

Me da mucho placer este tipo de colaboración.

Por supuesto, amaba hacer esos hermosos vestidos de Alta Costura para clientes excepcionales, pero ahora tengo este placer, incluso mejor, con el escenario. Actrices, bailarines, cantantes, con estilos más grandes que la vida, participando en cada proyecto como una especie de cadena.

Con mi marca creé, más allá de la Alta Costura, una línea llamada Bazar e incluso una línea de jeans, muy accesible. Y ese es otro placer: que mis piezas las lleve gente anónima que veo en la calle. Y este placer y recompensa son incluso mayores en Desigual, donde mis números de venta no son sistemáticamente medidos. Así que conozco a estas mujeres cuando eligen su ropa solo a través de su gusto personal, placer y appeal y no por una marca. De esta manera, trabajar para el mundo de la fantasía del teatro y la ópera, por un lado, y también para lo anónimo en la calle, en otro lado, es mi ideal laboral actualmente.

También pasa que en esta era digital, hay mucha homogeneidad. Muchas de las tendencias evocan el pasado o lo extremadamente simple. ¿Cómo cree que los nuevos diseñadores puedan crear algo único en medio de esto?

Tienen que tener bastante coraje, estar seguros de su valentía, inspiración, instinto e intuición. Y defender todo ello. Luchar por ello. Incluso si se opone al estilo imperante. Creo que lo dijo Diana Vreeland y es uno de mis mantras: “Nunca le des a la gente lo que aman y conocen. Espera y busca por lo que no conocen y lo adorarán mañana”. Y esto necesita fuerza y confianza.

Pero no, nunca he despreciado un buen básico o las piezas simples cuando son inteligentes estéticamente y son balanceadas, bien pensadas y proporcionadas. Todo lo vintage o étnicamente inspirado, como lo que hacemos en Desigual, también lo he hecho con la Alta Costura y con varias referencias geográficas e históricas. También les diría que no traten de ser alguien más, sino que hallen su personalidad.

“Creo que estaba harto de la moda cuando comenzó a ser lo que es ahora y paso a paso me di cuenta de que  provoqué inconscientemente que mis años en la Alta Costura terminaran. No había diversión, sino sólo presión, no inspiración genuina, sino marketing.”

¿Cómo cree usted que Desigual puede aportar en ese nuevo punto de vista?

No es el target: tratamos de dar algo fácil de usar, accesible. Y con estilo, con un nuevo sabor innovador. No pretendemos ser la Fórmula Uno. También pienso que las tendencias no vienen de las pasarelas sino de la calle, las culturas, la música y las minorías defendiendo sus derechos a través de su ropa. Lo vemos con Black Lives Matter, la comunidad LGBTI y la sostenibilidad. Por otro lado, pienso que la moda ya no tiene tanto garbo como hace treinta años.

La gente prefiere viajar, comer, decorar, en forma más minimalista. Entonces, para mí lo vintage es una forma de ir a un lugar seguro, es un paraíso perdido de la moda, de la época en la que fuimos niños protegidos que abrían los ojos ante los atuendos de nuestros padres y abuelos cuando eran jóvenes.

¿Volvería con su propia marca? ¿Qué hará en el futuro?

No, nunca, o lo haría con una especie de piezas colectivas y artesanales que cubran el diseño, los muebles, la cerámica, los libros y todo lo que me gusta de la gente que amo. Siempre soñé con ser un diseñador de vestuario desde que era niño y ahora tengo la suerte de serlo. ¡Incluso soy director de ópera ahora! Nuestras piezas tuvieron éxito porque eran distintas a las de todas, inspiradas por la tradición latina mediterránea que va desde Italia hasta Suramérica, pasando por España. Y como no tuve éxito al comienzo al ser un diseñador de escenario, expresé mi gusto por la excentricidad, la extravagancia más grande que la vida en mis piezas de Alta Costura.

Y esto fue muy relevante en el pasado, pero ahora pienso que es mucho más adecuado expresarlo en escenarios reales. Ahora, usando mi gusto por la moda con Desigual, veo a mujeres que no son clientas de Alta Costura o no solamente lo son, pero que quieren ser heroínas de una ópera o un drama en sus propias vidas.

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