Entre moscas, arte y un ambiente que invita a la comodidad, el speakeasy 1985 abrió sus puertas al público. Adentrado en una casona de la colonia Roma, para que en conjunto con el restaurante Antifine Dinning del chef Alfredo González lograran un concepto único.
Y a lo que parece un símbolo de esta rebelión a la alta cocina, las moscas representadas a lo largo de esta experiencia encuentran su hogar dentro de este bar con luz tenue y una coctelería grandiosa. De manera que la artista Triana Parera, quién realizó esta intervención, buscó seguir regalándole experiencias al comensal.
“Quise que este lugar se convirtiera en el lugar donde viven estos insectos. Así nosotros pudiéramos adentrarnos a su mundo. No hacerlo de una manera grotesca pero sí agradable y a la vez que te haga sentir pequeño. Por eso de repente árboles enormes, hojas muy grandes”, nos compartió Triana sobre su intervención artística.
Nos tocó probar de todo un poco, y para nada fue queja. Con un vino rosado de bienvenida acompañado de una cálida bienvenida de parte de todo el staff. Ya en la mesa, desfilaron una serie de cócteles con nombres exóticos como el “Meses Sin Intereses”; una mezcla de sabores frutales y cítricos con el incomparable sabor del tequila cristalino.
La cena constó de diferentes platos al centro como una coliflor en adobo acompañada de puré de calamar y ni hablar del vuelve a la vida de camarón azul. En fin, una cocina cotidiana que busca llevar la alta cocina a la simplicidad ahora a través de un ‘speakeasy’ repleto de arte y de tragos estupendos.
