El cielo de León volvió a ofrecer un espectáculo natural sorprendente: una iridiscencia, fenómeno óptico que tiñe las nubes con tonos que van del rosa al verde y del azul al violeta, como si un arcoíris se disolviera entre los pliegues del cielo.
Durante la tarde de este martes, decenas de personas alzaron la vista y sacaron sus teléfonos para capturar el momento en el que el sol, oculto detrás de nubes delgadas, iluminó el horizonte con una gama de colores suaves. Las fotografías del fenómeno se compartieron rápidamente en redes sociales, acompañadas de comentarios que iban del asombro a la curiosidad científica.
De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la iridiscencia se produce cuando existen gotas de agua o cristales de hielo muy pequeños y de tamaño similar que dispersan la luz solar. La institución la describe como “los colores que aparecen en las nubes, unas veces desordenados y otras en bandas casi paralelas al borde de la nube. Predominan los colores verde y rosa, en tonalidades suaves”.
El cielo se convierte en lienzo
Este fenómeno es poco frecuente y suele aparecer en las nubes tipo altocúmulos o cirrocúmulos, generalmente cerca del sol. Para observarlo sin riesgo, se recomienda no mirar directamente al astro y usar gafas con filtro solar o ver el reflejo desde una superficie segura.
Aunque para muchas personas la aparición de estos colores resulta casi mágica, detrás del resplandor hay un recordatorio de la complejidad atmosférica que rodea al planeta. La iridiscencia combina arte y ciencia en un mismo lienzo: la luz, las partículas suspendidas y el ángulo exacto del sol se alinean por segundos para pintar un cielo que León difícilmente olvidará.