Desde el pasado fin de semana, las y los leoneses ya pueden disfrutar de los coloridos puestos de la Feria Artesanal del Alfeñique, una tradición que endulza el centro histórico con figuras de azúcar, calaveras, frutas y catrinas.
Entre quienes dan vida a esta celebración se encuentra Mary, comerciante con más de 40 años de experiencia, que cada temporada cambia su mercancía: en Navidad ofrece decoraciones, en Día de Muertos alfeñiques, y así mantiene viva una economía familiar que ha resistido generaciones.
“Hay más gente que otros años, el primer fin de semana se movió bien”, contó mientras acomodaba figuras de pasta de limón y calaveritas con nombres pintados a mano.
La Feria Artesanal del Alfeñique cuenta este año con 109 puestos instalados en la Fuente de los Leones y permanecerá abierta hasta el 2 de noviembre, ofreciendo dulces tradicionales, pan de muerto, coronas, papel picado y decoraciones de temporada.

Una historia que se amasa con el tiempo
Fue un 24 de octubre de 1984 cuando la feria celebró su primera edición con apenas seis fundadores: Doña Ruperta Manríquez, Don Gabriel Manríquez, Juanita Canchola, Juanita Martínez, Don Juan “el panadero” y Mario Silva Vázquez, quien es el único que aún continúa participando, se lee en un medio local.
“Teníamos que buscar un espacio para mostrar nuestra artesanía, así que nos instalamos en el portal de la Casa de la Cultura”, recuerda Mario Silva en entrevista de 2022 para el Heraldo.
El evento creció rápidamente: al año siguiente reunió 14 artesanos, después 22 y más tarde 36. No todo fue sencillo; en algunos periodos enfrentaron desinterés institucional, pero las y los fundadores persistieron con un propósito claro: defender la tradición mexicana frente al Halloween y enseñar el significado de los alfeñiques.
Con el tiempo, la feria sumó talleres, pasarelas de catrinas y el popular “Despertar de las Ánimas”, un desfile que comenzó en el panteón y se convirtió en una verdadera verbena popular.