Agricultores, activistas y ciudadanos de Acámbaro y otros municipios se manifestaron con pancartas y megáfonos para rechazar la construcción del acueducto Solís–León, una de las obras más grandes contempladas dentro del Plan Nacional Hídrico 2024–2030, al considerar que el proyecto no fue consultado con el sector productor y podría afectar el abasto de agua en la región.
Las y los manifestantes aclararon que no se oponen al desarrollo ni a la tecnificación del campo, sino a la falta de información y transparencia con la que —dicen— se ha impulsado el proyecto, que contempla una inversión de 15 mil millones de pesos y una extensión de 200 kilómetros, lo que lo convertirá en el acueducto más largo del país.
No estamos en contra de la tecnificación ni del ahorro del agua. Lo que pedimos es claridad, para quienes vivimos de la tierra
El acueducto Solís–León abastecería a diez municipios: León, Silao, Celaya, Salamanca, Irapuato, Villagrán, Tarimoro, Cortazar, Salvatierra y Acámbaro. De acuerdo con el anuncio oficial realizado en julio, el financiamiento se dividirá entre los gobiernos federal y estatal, a partes iguales.
La gobernadora Libia Dennise García Muñoz Ledo ha defendido la obra como una estrategia para garantizar el suministro de agua en los próximos 50 años, al incluir el revestimiento de canales y la instalación de sistemas de riego que permitirían recuperar 120 millones de metros cúbicos de agua y beneficiar a 25 mil productores.
Sin embargo, el proyecto ya ha generado inconformidad en entidades vecinas. La gobernadora ha señalado ya que hay quienes han generado desinformación “por razones políticas” y recordó que las principales demandas del sector agrícola están vinculadas con acuerdos incumplidos desde la construcción de la presa Solís.
Por su parte, el secretario de Gobierno, Jorge Daniel Jiménez Lona, anunció hace unas semanas que se abrirá una ventanilla de atención directa para productores en las oficinas centrales de Conagua, con el fin de atender sus inquietudes y mantener el diálogo abierto.
Mientras tanto, los agricultores de la región insisten en que el proyecto avanza sin considerar su voz.
No se puede hablar de desarrollo si no se escucha a la gente del campo, a los que trabajamos estas tierras.

