Para los que nos transportamos diariamente en ciudades congestionadas, estamos acostumbrados a que, el poner las direccionales, es sinónimo de «acelera», en lugar de «cede el paso».
¿Por qué? ¿Es así en todos los lugares? Realmente, no es exclusivo de México. Sin embargo, ciertamente, aquí pasa tan seguido que podríamos tomarlo casi por norma.

Hay muchas razones detrás de este incidente, el cual, es un síntoma de muchas cosas, no únicamente de «poca educación vial» (¡aunque también lo es!).
Vamos a indagar qué hay detrás de este doble mensaje que tienen las intermitentes.

Poner la direccional: lo que en verdad significa
Cuando literalmente un conductor simplemente quiere dar el mensaje «deseo cambiarme de carril» o «voy a cambiarme de carril», otro automovilista que viene atrás lo interpreta como:
«Seguramente su fila está avanzando lento y quiere entrar en la mía, ¡qué vivo!»
«Está haciendo lo posible por avanzar a expensas de quitarme un lugar en la fila»
«De por sí ya se me metieron un par en la fila y todavía voy a a estar dejando pasar, ¡jaja!»
«Con el tráfico que hay, no avanza y todavía tengo que esperar a que éste se incorpore, ¡por supuesto que no!»
«Lo siento, voy a ser grosero, pero me urge llegar«

Si analizamos estos razonamientos, todos lo toman de forma personal. Nunca se toma en cuenta que, por ejemplo, viene una salida y el automovilista ya tiene que cambiarse de carril.
O que, si realmente quisiera ser ventajoso, simplemente se habría aventado como lo hace la mayoría.
Incluso el tomar en cuenta que está teniendo la formalidad de avisar, ¡porque para eso están las direccionales!

Por qué pensamos lo peor
Si les digo que el estrés de la ciudad es el causante de no dejar pasar cuando alguien pone las direccionales, suena muy obvio y poco creativo.
Pero, compartiremos unos datos para que dimensiones hasta dónde realmente puede afectar tu estado de ánimo y conducta.
– El vivir en ciudades está asociado con problemas en la producción de dopamina. La dopamina es un neurotransmisor que, entre otras cosas, nos hace saber cuando algo importante, bueno o malo, está sucediendo.

Sin embargo, altos niveles de dopamina está relacionado con afectaciones como la esquizofrenia. De esta forma, un incidente menor e insignificante, puede adquirir proporciones enormes (como engancharte en una pelea con otro conductor).
– A su vez, la fatiga del cerebro de una persona con demasiada estimulación, debilita algunas funciones, como el autocontrol, contribuyendo a tasas más altas de violencia.

– El estar atorado en el tráfico o hacer largos trayectos repercute en la salud:
* El nivel de azúcar en la sangre aumenta.
* El colesterol es más alto.
* El riesgo de depresión aumenta.
* La presión arterial aumenta en el momento y también con el tiempo.
* Los ciclos de sueño se alteran.
* Provoca dolores de espalda.

Conclusión: el estar en el tráfico realmente afecta nuestro estado de ánimo y nuestra forma de interactuar con otros.
De esta forma, la amabilidad puede ser un punto débil para muchas personas que viven aceleradas.
Sin embargo, estrés genera estrés. Si quieres transformar tu día aunque sea un poco (para cerrar con un poco de humor):
Escucha reggae mientras estás en el tráfico. ¡Verás grandes resultados!