El tema de las demostraciones de afecto en público es indudablemente polémico. Sin embargo, es algo que nos enfrentamos a diario. En el transporte público, es común que parejas jóvenes se abracen y besen en lo que esperan la llegada del metro.
Mientras que para algunos esto les parece totalmente irrelevante, otros consideran que estas muestras de cariño son «íntimas» e inapropiadas en la presencia terceros.
Vamos a analizar ambas posturas, con la finalidad de ampliar nuestra visión y acercarnos cada vez más a la meta social más saludable: la tolerancia.

¿Qué los motiva?
Uno pensaría que la respuesta es bastante evidente: porque se tienen cariño. Según investigadores de la Universidad de Kansas, en realidad, el besarse o tener muestras intensas de cariño en público tienen un motivo subyacente.
Así lo externaron 155 mujeres y 194 estudiantes universitarios varones, entre 17 y 35 años (promedio de 18 años), quienes revelaron que lo hacen realmente para presumir o mejorar su imagen.

El 37% de los hombres y 32% de las mujeres confesaron hacerlo continuamente en la escuela. Los motivos eran los siguientes:
– mejorar su imagen
– demostrar que eran capaces de besarse con una persona en particular
– causar celos o envidia (especialmente a exparejas)
– hacer alarde de una relación

– condición y prestigio social
– excitar sexualmente a los hombres (exhibicionismo)
– juegos y diversión
Los resultados fueron contundentes. Detrás de este tipo de manifestaciones, no había una intención de expresar genuinamente su intimidad.
Confesaron que realmente había una intención de manipular a los demás y obtener reacciones en específico por parte de los espectadores.

Diferencia entre géneros
Lo que también salió a relucir en el estudio es que, mientras estas demostraciones causaban un efecto positivo entre los los hombres, no fue así para las mujeres.
Los hombres reafirmaron su posición de virilidad y obtuvieron crédito por ello, mientras que las mujeres tenían que lidiar con el ser señaladas por su reputación.

Discriminación
Lo anterior necesariamente nos lleva a un suceso que no podemos pasar por alto. En distintas partes del mundo, parejas homosexuales han sido discriminadas e incluso detenidas por un beso.
Tal es el caso en Argentina, en el que detuvieron a una mujer por darle un beso a su esposa en el transporte público. El trato fue brutal, violento, la inculparon por fumar en el metro, la encerraron y no querían anotar en el registro que estaba legalmente casada.
La pareja resaltó la injusticia y la doble moral del suceso. Mientras su padre fue un abusador protegido por las fuerzas armadas, con años sin detención y simplemente con arresto domiciliario, su esposa, que no hizo más que darle un pequeño beso, rápidamente fue brutalmente encarcelada.

Lo que en no debería de estar en discusión
Antes que otra cosa, somos seres sociales y afectivos. El asumir una posición rígida, de intolerancia a cualquier forma de demostración de afecto, es negar nuestra naturaleza humana.
Un beso cariñoso en la mejilla o el estar naturalmente tomados de las manos, generalmente pasa desapercibido.
En cuanto a los besos más pronunciados, ¿cómo delimitar hasta dónde es aceptable? ¿a quién le corresponde determinarlo?

En muchos países, la ley es muy clara. Hay protocolos que todos los usuarios del transporte público deben seguir.
El punto realmente crucial y relevante es que todos deben ser tratados por igual. La discusión no debe surgir si una pareja de mujeres o de hombres se besaron.
La ley debe aplicar por igual para todos, sea una pareja de ancianos, jóvenes, heterosexuales u homosexuales.