Aunque pareciera que el medio ambiente está beneficiándose por la detención de actividades económicas a nivel mundial a causa del coronavirus, incluyendo el sector del transporte, en realidad, esto podría fácilmente revertirse. Todo depende de las lecciones que aprendamos a partir de esta crisis.
En los últimos días, hemos sido testigos de cómo la contaminación global está disminuyendo, especialmente en China, el mayor emisor de carbono del mundo.
En dicho país, se estima que las emisiones son un 25% más bajas de lo normal. El mismo efecto podría esperase en otras partes del mundo. Sin embargo, es más complejo de lo que parece.
Un artículo desarrollado por E&E News, publicado en Scientific American, indaga las razones por las cuales las emisiones están disminuyendo y los retos que vendrán más adelante.
Las causas principales se atribuyen al cese de las actividades industriales en China, la caída de la demanda de petróleo y una disminución de los viajes aéreos.
A su vez, tal como ocurre en Italia, y como está empezando a suceder en Estados Unidos, los ciudadanos están implementando prácticas de distanciamiento social, lo cual incluye trabajo y estudio a distancia.
Los eventos públicos se han cancelado, así como numerosos bienes y servicios, con excepción de supermercados y farmacias.
La cuestión es que, tal como puntualiza el artículo, más que ser una consecuencia del virus, se le debe atribuir más a la economía. Ejemplo de ello, fue la recesión del 2008, la cual también manifestó una baja en las emisiones.
Esto se debe a que la economía y la huella de carbono están íntimamente relacionados. Si los hábitos de consumo se alteran, así como la forma de transportarnos, es natural esperar un impacto ambiental.
Menos tráfico, pero…
Evidentemente, el cierre de escuelas y empleos a distancia significa un menor flujo de tránsito. De la misma manera, cada vez un mayor número de personas están evitando lugares concurridos, lo cual incluye el transporte público.
En Estados Unidos, el sector del transporte es el principal contribuyente en las emisiones de gases de efecto invernadero. Y es, también, de los más importantes a nivel mundial.
Tal como señala ONU-Habitat, las ciudades consumen el 78% de la energía mundial y producen más del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, abarcan menos del 2% de la superficie de la Tierra.
Por lo que no sólo debe tomarse en consideración el sector transporte e industrial: también el uso de energía en los hogares.
Si el permanecer en casa implica un mayor uso de electrodomésticos, aparatos electrónicos, sistemas de aire acondicionado o calentadores, esto podría repercutir incluso más en las emisiones.
De la misma manera, falta considerar la huella de carbono proveniente de las compras en línea. Principalmente, porque depende de diversos factores, tal como los lugares de donde provienen los envíos, las distancias a cubrir y el transporte utilizado.
A pesar de ello, podemos esperar que, a medida que la economía se vea afectada por el virus, también las personas consumirán menos recursos, tal como sucede en cualquier recesión económica.
Efecto a largo plazo
Tristemente, los especialistas señalan que, a pesar de su momentánea disminución, las emisiones de carbono tienden a recuperarse poco después de la crisis.
Esto puede compensarse si es que las personas reflexionan con respecto al uso de los recursos e implementan acciones de forma definitiva. ¿Por ejemplo? El uso de la bicicleta y la inversión en medios alternativos de transporte.
Otra, sin duda, es la capacidad de trabajar a distancia de forma efectiva. Finalmente, esto puede motivar a las empresas a implementar este modo de trabajo de forma permanente.
Sin embargo, ¿somos capaces de aprender de las crisis? Eso está por verse.
#elfuturodelautoeshoy