Instrucciones para no aburrirse en un banco

Para ser leídas con Paper Planes, de M.I.A.

Paso 1. Deje su trámite para el último día

Uno de los instrumentos maestros —estandartes de nuestra adrenalina— para recordar lo ociosos y precarios que podemos ser, es viajar en el tiempo acudiendo a una sucursal de banco. El mobiliario se presentará a usted como perennemente en remodelación, ya que es imposible que un banco “se halle” y quede conforme con su disposición espacial en su tarea de perpetrar merecido castigo a sus abonados. Seguramente usted intentó cualquier evasiva recurriendo a la la banca electrónica,  donde lo mandaron a la línea telefónica y de ahí derechito a la sucursal. Aguántese como los grandes.

Paso 2. Sorpréndase con el bullicio

Todo se vuelve más colorido si el trámite que va a hacer vence hoy. Tal vez por eso México es un país de intensos y radiantes tintes, al que ninguna aburrida tonalidad lo seducirá. Esperando que en el mar de gente, el trámite que a usted tanto apremia sea el único que caduca hoy, debe impactarlo el bullicio en 4DX que habrá en la sucursal.
Piense en regresar y dejarlo para después. Luego repare que esa ha sido la tónica que lo tiene en esa fracturada fecha límite y ya que está ahí, incline su cabeza con aceptación campeona y juegue a ponerle la cola a la cola.

Paso 3. La creatividad al servicio de la aspiración
Instalado en lo que será un martirio dentro de un laberinto escheriano de cumplidos cuentahabientes —y al no poder usar su celular para confirmar que nadie le ha escrito en whats’, en feis’ ni en cualquier otro medio que pudiera salvarlo de quedarse solo con su vorágine mental— hágase el favor de buscar tácticas atractivas para llegar antes a la ventanilla. Piense bien su estrategia, observe con ferocidad a sus enemigos y recorra su estrategia: fingir que olvidó su membresía vip, hacerse pasar por gerente de otro banco, actuar un infarto, personificar al Chicharito, hincarse ante cada uno de los que le preceden en la fila, asaltar el propio banco, rociar con oportunas pestilencias a sus vecinos, apostar con otros Miembros de la Fila (así se autodenominarán los pertenecientes a esta orden) los minutos en los que estará el cuentahabiente atendido…

Paso 4. Encuentre diversión inmersiva
Cuando se dé cuenta de que cada una de las opciones para expiar esa mitológica congregación ya fue pensada y con varios anexos por los ahí presentes (y formados), pase a la fase de aceptación y encuentre algo divertido en qué ocupar su valioso y productivo tiempo. Por ejemplo, contemple las fotos de los asaltantes que tienen exhibidas en la galería de la sucursal. Trate de encontrarles parecido con algún primo, hermano o amigo y no olvide voltear suspicazmente y apuntar con el rabillo del ojo para identificar a alguien en la fila. Eso seguramente le daría bonus suficiente para que lo atendieran de inmediato.

Paso 5. Desespere y desespérese
Cuando pase suficiente tiempo (nunca es suficiente) para poner a prueba su desvencijada paciencia, repita como mantra la pregunta que debería hacer al dueño del banco: “¿Por qué sólo están abiertas dos de las 13 cajas y en cinco hay cajeros jugando Angry birds mientras fingen que resuelven complejas operaciones financieras?”. Conforme avance la fila y haya memorizado la vestimenta y rasgos particulares de sus compañeros, tendrá la oportunidad de voltear hacia atrás en señal de superioridad y aplomo, a todas luces presumible. Piense en subastar su lugar o quedarse a vivir ahí sólo para mostrar al mundo que superó una prueba salvaje, hasta que el sobreviviente de atrás le dé un manazo para indicar que le llaman en la ventanilla 2, donde la señorita que orea sus frescas y fucsias uñas le indicará con una sonrisa criminal, que deberá regresar mañana porque le falta un comprobante de domicilio que no sea luz, agua ni aire.

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