No, no se trata de una inversión de roles o de que ahora los patos le tiran a las escopetas. Nada de eso. En nuestro país, aunque no existen estadísticas disponibles al respecto, porque muy pocos hombres se atreven a denunciar este hecho, hay muchísimos caballeros que sufren de acoso sexual por parte de una mujer. ¿Difícil de creer? Probablemente. Sin embargo, es un problema que afecta a más varones de los que imaginan.
Por principio de cuentas, en una sociedad como la nuestra, ¿qué entendemos como acoso sexual? Si nos adentramos a los rígidos terrenos de la descripción, entendemos como acoso sexual a la conducta de intimidación o coerción de naturaleza sexual o la promesa no deseada o inapropiada de recompensas a cambio de favores sexuales. En la mayoría de los contextos jurídicos, incluido el mexicano, el acoso sexual es ilegal.
Además, éste se deriva de cualquier comportamiento verbal, no verbal o físico no deseado de índole sexual con la intención o el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se fuerza un ambiente intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo.
Bajo este contexto, podemos concluir que tanto hombres como mujeres somos propensos a ser víctimas de acoso sexual en cualquier lugar en el que nos desenvolvemos: en el trabajo, en el transporte público, en la escuela, en la calle e incluso en nuestra propia casa y con alguno de nuestros propios familiares, por muy inverosímil que les pueda parecer esto. Y todo se reduce a una simple ecuación: el victimario acosa a su víctima sistemáticamente para que ésta acceda a tener relaciones sexuales con él/ella.
De acuerdo a un estudio realizado por la Universidad de Stanford en 2009, del universo total de acosadores sólo un 12 o 13% pertenecen al sexo femenino. Sin embargo, especialistas en psiquiatría de la Universidad de Victoria, en Australia, concluyeron que una mujer acosadora puede resultar más depredadora y peligrosa que un homólogo masculino, pues éstas emplean métodos de acoso que superan los que utilizan los hombres, pues muchas llegan a amenazar a sus víctimas con situaciones verdaderamente extremas, como perjudicar a sus familias, sus trabajos o sus propiedades (vehículos o casas, por ejemplo). Además, la naturaleza de su agresión siempre va a ser proporcional a la afectación de su autoestima porque, cuando una mujer adopta el rol de acosadora y apenas se percibe rechazada, ella traslada este rechazo a su autoestima, así que… ¡aguas!
Por lo regular cuando una mujer se dedica a acosar es porque quiere hacerle pagar el precio a aquel que la rechazó, pero también hay que tomar en cuenta que muchas adoptan esta posición porque están necesitadas de llamar la atención; pero también es importante considerar que cuando un hombre tiene una estrecha cercanía o familiaridad con una mujer, en este caso podríamos englobar la situación en un entorno laboral o profesional, la intensidad del acoso será mayor y si a esto le sumamos que si la acosadora es la jefa o superior del acosado, la situación para la víctima se puede tornar más complicada.
Así las cosas, si en estos momentos estas sufriendo de acoso sexual y tienes miedo o vergüenza de denunciar, te recomiendo que por un momento dejes a un lado tu actitud pasiva y des un paso al frente para superar esta situación, pues tomar al toro por los cuernos no sólo puede beneficiarte a ti, sino que podría ayudarle a otros que están en tu misma situación.
¡Anímate!
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