Mentiras de alcoba

En las parejas, a causa de la rutina y la cotidianeidad, llega el momento en que para ambos resulta sumamente desgastante tomar la iniciativa para vincularse física, emocional y sexualmente

El último reducto de intimidad entre una pareja definitivamente es su dormitorio. Es ahí, en esa habitación, donde hombres y mujeres todos los días y todas las noches se comunican y ejercen su sexualidad. Sin embargo, a causa de la rutina y la cotidianeidad, llegado el momento, para ambos resulta sumamente desgastante tomar la iniciativa para vincularse física, emocional, sexualmente para que ambos puedan alcanzar el placer y la satisfacción.

Admitámoslo, el sexo marital (refiriéndome a una pareja de larga duración) se vuelve monótono y aburrido. Con el transcurrir de los días, los meses y los años la emoción se diluye y eso orilla tanto a hombres como a mujeres a mentir en la cama, a buscar pretextos y a evadir aquello que en un principio les era tan necesario como respirar o alimentarse.

Y ambos terminan echándose la culpa mutuamente: “A él sólo le interesa satisfacer sus más bajos instintos”, “ella prácticamente se olvidó de mi desde que nacieron los niños, mis necesidades dejaron de importarle” y así las quejas se van acumulando hasta descubrir que aquello que solía ser una sexualidad plena y alocada acabó convertida en un tedioso lastre íntimo. Triste pero cierto.

Algunos de estos casos derivan en la disolución del vínculo matrimonial, alguno de los dos (o incluso los dos) termina solicitando el divorcio; en otras ocasiones lo que lamentablemente ocurre es que uno de los dos (o incluso los dos) recurre a la infidelidad y en otros casos, ¡increíble pero cierto! acaban convertidos en dos amigos que comparten mucho en común… menos el sexo.

Sin embargo, todo este escenario de ruptura o divergencia comienza con uno de los dos componentes de la pareja inventando mentiras para evadir el sexo o deshacerse de éste lo más pronto posible. En las mujeres -¡increíble pero cierto, siguen recurriendo a este cliché en pleno Siglo XXI!- es muy común que argumenten que tienen un terrible dolor de cabeza o que finjan los orgasmos; mientras que con los varones la excusa más común es que están sumamente cansados, pues tuvieron mucho trabajo en la oficina.

Desafortunadamente, lo que ambos no ven al recurrir a este tipo de pretextos es que están abonando al terreno del desánimo y la decepción, porque renunciar a hacer el amor con sus parejas es como construir un gigantesco muro (¡tan de moda que están en la actualidad!) entre dos seres humanos que en algún momento fueron tan afines que consideraron al sexo como parte esencial de su esquema.

Lo cierto es que hombres y mujeres sólo buscan sentirse querid@s y desead@s por sus parejas. Por lo mismo, es muy importante que al estar en el dormitorio ambos se comprometan, aunque sea por unos instantes, a ponerse en los zapatos del otro y comprometerse a reforzar ese vínculo que definitivamente todavía existe y que ahí está, sólo tienen que comprometerse un poquito para recuperarlo y seguir disfrutando de algo que definitivamente les pertenece siempre y cuando dejen de fingir y mentir.

 

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