Tras la sombra de un boxeador, está una mamá discreta. Es el caso de Amalia Carrasco, quien ha vivido como mujer, esposa y madre los éxitos y fracasos de dos generaciones de personas dedicadas a este deporte. Primero la de Julio César Chávez, el gran campeón y que ahora apoya la carrera de sus hijos, Omar y Julio.
Amalia Carrasco refleja el gusto por cuidar a sus hijos, a quienes así define.
“Omar es muy parecido a mí, es muy noble; me gusta su carácter. Julio tiene buenos sentimientos, es un muchacho más bonachón. Cristian es muy dedicado e inteligente; le gusta estudiar y aprender idiomas. Me he puesto como meta que ellos se preparen. A la persona que se prepara, se le presenta un mejor futuro. Todos tienen algo que admiro, aparte que les admiro todo porque se me hacen hermosos”.
A pesar de ser mamá de boxeadores famosos, Amalia realiza labores domésticas como cualquier ama de casa.
“Cuando Omar y Julio vivían conmigo estaba al pendiente de su alimentación, como estaban a dieta, les daba pescado, pollo, verdura, aguas frescas, cosas que no tengan grasa, al vapor o con aceite de oliva. Ahora con el que estoy más es con Cristian porque está en la escuela, come conmigo y vamos al cine”.
“Nunca he ido a ver una pelea de mis hijos”: Amalia Carrasco
La señora Carrasco tiene la costumbre de no ver los combates de sus hijos, como si su presencia fuera un mal augurio.
“Si yo quisiera ir, voy a las peleas, pero si no me lo piden es porque saben que no me gusta. Nunca he ido a una pelea de mis hijos. Cuando boxean afuera me quedo en el cuarto del hotel, pero no voy a verlos. Es más, me he quedado afuera de la arena; sólo veo las caras de la gente cuando salen”.
En el cuadrilátero las oraciones son el único apoyo materno que reciben los hijos de Julio César Chávez.
“Cuando boxean yo le pido a Dios que no les den un mal golpe, eso es todo”.