La selección de Croacia llega a los octavos de final de Rusia 2018 como líder indiscutible del grupo D después de que la ‘segunda unidad’, gracias a un tanto postrero de Ivan Perisic, firmara el pleno ante una Islandia que tardó en creérselo y que puso fin con honor a su primera participación mundialista.
El equipo balcánico se ha ganado el crédito suficiente para que se le pueda considerar una de las alternativas de peso a las grandes favoritas, aunque eso deberá ratificarlo a partir de ahora en las eliminatorias.
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Y es que mientras Heimir Hallgrimsson confió en su bloque habitual salvo tres cambios, Zlatko Dalic optó por una rotación masiva, tanto que del equipo titular ante Argentina tan solo mantuvo a su capitán, Luka Modric, y a Ivan Perisic.
Con el billete en el bolsillo y prácticamente asegurada la primera plaza, Dalic pensó en el más allá de este encuentro, en otorgar descanso a buena parte de su columna vertebral sin arriesgar lo más mínimo para encarar los octavos de final con el grupo fresco y con la implicación de toda la plantilla.
No necesitó mucho más para firmar definitivamente el liderato. Incluso pudo dar descanso al propio Modric, al que reemplazó a los 65 minutos. Para entonces ya dominaba con un gol de Milan Badelj al principio del segundo periodo, que castigaba la falta de ambición inicial de Islandia y su escasa pegada cuando tuvo la ocasión de aposentarse en los octavos.
The @Budweiser #ManoftheMatch for #ISLCRO is Milan Badelj! pic.twitter.com/a6vYurlW8H
— FIFA World Cup (@FIFAWorldCup) June 26, 2018
Croacia ejerció de selección con poso, de equipo capaz de manejar los códigos de un partido, de aguantar cuando la ocasión lo requería, de contemporizar y de aprovechar en los momentos de la verdad.
De partida, el libreto del partido fue el esperado, aunque quizá exagerado en cuanto a posesión de balón por parte de Croacia. A los veinte minutos se había adueñado del esférico un 79% del tiempo (64% al descanso).
Con Islandia pertrechada atrás y demasiado conservadora, el encuentro discurrió sin apenas alteración bajo el control de los madridistas Modric y Mateo Kovacic y Milan Badelj.
Tardaron los hombres de Heimer Hallgrimsson en quitarse las ataduras. Su incondicional y espectacular afición, conocedora del tanto de Leo Messi en San Petersburgo, no dudó en arredrar a su tropa. Los jugadores se desperezaron y comenzaron a ser ese equipo osado que venció a la propia Croacia en Reikiavik en la fase de clasificación mundialista y que encandiló en la última Eurocopa de Francia.
#ARG left it late. So, very late.
Next up on Saturday…..#FRA.🔥 pic.twitter.com/RpDaYrOsSx— FIFA World Cup (@FIFAWorldCup) June 26, 2018
Su sueño creció como la espuma, aunque también pareció desaparecer como la espuma. En el tramo final del primer periodo Alfred Finnbogason, Birkir Bjarnason y Aron Gunnarsson rondaron el gol. No lo lograron y lo pagaron muy caro al inicio del segundo periodo en la segunda aproximación seguida de Badelj, que batió a Hannes Halldorsson desde dentro del área justo después de haber enviado al larguero un disparo lejano.
Enrabietada, la selección islandesa se negó a despedirse con una derrota. Sverrir Ingasson volvió a aproximar a su equipo al gol. De nuevo sin premio por el larguero y la intervención de Lovre Kalinic. Birkir Bjarnason tuvo también la suya. De nuevo fallo.
Islandia echó mano de ese orgullo que le hizo ganarse el respeto y el cariño de todo el mundo del fútbol. Para su fortuna se encontró con un penalti por mano de Lovren, que acababa de salir, y que transformó Gylfi Sigurdson.
Este empate y el postrero tanto de Marcos Rojo para Argentina le situaban a un tanto del pase. Lo intentó como pudo el equipo nórdico. Lo buscó con todo lo que tenía y podía. En cambio, se encontró con la sentencia en una buena maniobra que permitió a Perisic firmar el 2-1 que daba el pleno a Croacia y significaba el adiós, un adiós honroso, de Islandia.
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