No hay secuelas en sus rimas, el maestro del verso Joaquín Sabina vuelve al nivel de su gloriosa década de los 90. Sus musas obscenas siguen vivas, aunque más recogiditas.
El disco ha llegado tras siete años de silencio, no por bloqueo del escritor sino por búsqueda de aire fresco, y lo ha encontrado en Leiva. Con su pinta de hipster calienta su voz cazallera para una gira inminente y ya sin entradas.