Whang-od, se cree que tiene entre 94 y 99 años. Vive en el pueblo de Buscalan y es la última tatuadora tradicional de la tribu guerrera de los Kalinga. Recibe visitas de extranjeros y de cientos de Filipinos.
«Whang-od es cada vez más famosa y cada vez viene más gente, así que la pobre acaba agotada y lo único que hace a parte de tatuar es comer y dormir. Ni siquiera atiende a la prensa», afirma Francis Pa-In, uno de los guías turísticos que se beneficia de los conocidos tatuajes.
En ocasiones, cuando los visitantes, que vienen de todas partes del mundo, llegan a Buscalan en grandes números, Whang-od pide la ayuda de su sobrina-nieta, Grace, a la que entrena desde que tiene nueve años.
«A veces empezamos a tatuar a las 6 de la mañana, cuando amanece, y no paramos hasta las 9 de la noche», explica a Efe la joven familiar de Whang-od, ahora de 19 años, desde la terraza de su propia casa, que se construyó hace meses gracias a los tatuajes.