En los campamentos de protesta de Gaza junto a la frontera israelí se cocina pan, se canta y se habla sobre refugiados, mientras los jóvenes hacen acopio de piedras y neumáticos para la manifestación del viernes, que esperan más multitudinaria y que temen más sangrienta que la de hace una semana.
De momento, pasa la jornada con un centenar de personas en uno de los cinco campamentos que se han levantado a unos 700 metros de la frontera, aunque el de Al Bureij está más próximo a la valla israelí, que se divisa con claridad, y se escuchan disparos intermitentes del Ejército cuando los jóvenes se aproximan.
Los más jóvenes, incluidos menores, ruedan neumáticos hacia la frontera y quemarán miles para crear cortinas de humo, mientras que las piedras que lanzarán hacia las tropas israelíes allí apostadas son transportadas en carros tirados por burros.