El consumo de carnes como iguana, cocodrilo, león, venado o jabalí, procedente de criaderos autorizados, promueve la conservación de esas especies y ayuda a disminuir el impacto ambiental.
El biólogo Jerónimo Domínguez, presidente de la asociación civil Conservación, Manejo y Aprovechamiento Sustentable de Flora y Fauna Silvestre (Comaffas) y responsable técnico de algunos criaderos en el sureño estado mexicano de Chiapas, declaró que «el consumo de estos productos va a garantizar que estos criaderos puedan seguir creciendo y ayudando a conservar la especie».
Sin embargo, matizó que esto ocurre cuando esta peculiar carne procede de criaderos autorizados por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Estos criaderos legales albergan a las especies «para cuidar el genoma, reproducir a la especie y reintroducirla», algo para lo que necesitan el apoyo del consumidor ya que el Gobierno no les proporciona incentivos económicos para llevar a cabo esta labor.
Las carnes se mantienen congeladas hasta que el cliente las pide y acaban en su plato, ya sea en un corte o como hamburguesa.
La carne más cara es la de león, en 850 pesos (unos 50 dólares) el kilogramo, vendiéndose un corte de 100 gramos en 80 pesos (casi 5 dólares). La de cocodrilo se vende en 650 pesos (unos 30 dólares) por kilo, procediendo la carne de la cola del reptil.