Auvaldo López Reyes, «el Chavo», es toda una institución para cientos de diableros de la Central de Abasto de Ciudad de México, el centro mayorista más grande del mundo, que a menudo llegan de otros estados huyendo de la pobreza para asumir un trabajo hercúleo.
«Comencé a trabajar la tierra a los cuatro años en un pueblo (del estado) de Hidalgo. Ahí araba, sembraba, pastoreaba borregos y caballos», dijo a Efe López Reyes, a quien llaman el Chavo, el jovencito, precisamente por eso, por la tierna edad en la que empezó a trabajar.
Fue de los primeros en instalarse en la Central de Abasto, inaugurada en noviembre del 1982, y hoy tiene unas 400 carretillas que alquila a hombres de todas las edades, a unos 20 pesos por día
En plena campaña electoral rumbo a los comicios del 1 de julio, es obligatoria la pregunta sobre por cuál candidato presidencial va a votar. Pero Auvaldo no se anda con rodeos; él no vota.