Dos días después de la tragedia, los cubanos se aferran a la esperanza y siguen en vilo la recuperación de las tres únicas supervivientes entre los 113 ocupantes del avión accidentado el viernes en La Habana, cuya batalla por la vida aporta el único atisbo de luz en medio del dolor que enluta a la isla.
Aunque las tres jóvenes cubanas mantienen un estado «crítico grave» debido a los severos traumas craneales, fracturas y quemaduras sufridas en el siniestro, sus familiares aprecian el «milagro» de que estén aún con vida y agradecen el continuo apoyo de un país entero dedicado a arroparles en el difícil trance.