Melodías y sentimientos que no se oyen ni se ven, coreografías apoyadas en unos cuantos palos de madera, que conforman un equilibrio artístico para aquellos que no han tenido la fortuna de realizarlos sin ellos. La danza, considerada como la madre de las Bellas Artes, es la forma de expresar con movimientos corporales estéticos emociones y situaciones sin necesidad de una sola palabra.
El «Ballet Mexicano de la Discapacidad» , a casi una década de su fundación, es quizás el único grupo en México enfocado especialmente en jóvenes con capacidades diferentes, mostrando así que para el arte no hay limitaciones que puedan frenar el deseo de mostrar las habilidades y capacidades de cada bailarín. El grupo ofrece una obra autentica y creativa, alentados por su director, David Serna, quien no solo pretende hacer algo dancísticamente diferente, sino algo incluyente y motivador para sus alumnos.
Sin embargo, no solo enfrenta la indiferencia de algunos sectores sociales, también la limitación de un espacio digno para ensayar, ya que debido a la falta de apoyo, deben practicar en la calle. No obstante, apoyados por sus padres y abuelos, los alumnos con diferentes diagnósticos médicos, acuden gustosos a cada clase, sin importar las condiciones de cada lugar.
Bailarines y músicos con Síndrome de Down, inmadurez cerebral, hipoacúsicos o sordos, así como con debilidad visual o ceguera, dejan en cada coreografía su mayor esfuerzo, cautivando a cada uno de los presentes. Las madres y abuelas, también participan dentro del programa del ballet, interpretando un coro con lenguaje de señas.
Un público conmovido y extasiado, brinda la esperanza y satisfacción a este talentoso grupo de artistas, quienes sin demuestran su tenacidad para lograr sus propias metas, dejando en claro que cuando alguien se lo propone, no hay obstáculo que lo pueda detener.
