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Así se vivió la tradicional Huamantlada 2018

El evento se celebra desde 1954.

Los tradicionales encierros de San Fermín, en Pamplona (España) cruzaron el charco y llegaron a México. Desde 1954 la comunidad de Huamantla, en el estado de Tlaxcala, celebra en sus fiestas patronales de agosto la denominada «Pamplonada» o «Huamantlada».

Hoy más de 100 mil personas disfrutaron de esta fiesta por las calles de Huamantla. En esta edición, 17 toros de casta corrieron por las calles de esta ciudad de tradición taurina.

El origen de la Huamantlada se remonta a 1954, cuando Raúl González, ganadero tlaxcalteca, viajó a España junto al matador Jorge Aguilar y conoció los encierros de San Fermín. A su regreso a México quiso inciar en Huamantla esta tradición.

José Hernández Castillo, cronista de Huamantla, todavía recuerda aquel primer encierro: «Se arreglaron unos corrales a la entrada poniente de la ciudad al estilo de Pamplona», señala a Efe.

Los toros corrieron libremente, sin burladeros ni protección hasta la plaza de toros, donde horas más tarde se llevaría a cabo la corrida.

Con los años, el encierro pasó a ser masivo y más participativo; la gente comenzó a acercarse más a los toros y tratar de tocarlos, un hecho que molestaba a los toreros.

«Se negaron a torear los toros que habían corrido por las calles», comenta el cronista.

Por esta razón, en 1967, tras una protesta, el alcalde estableció que sean diferentes los toros que salgan en el encierro y en la posterior corrida.

Desde ese momento, la denominada «Pamplonada» pasa a llamarse «Huamantlada.

Del típico encierro de escasos dos minutos que recorre la calle Estafeta hasta la plaza de toros de Pamplona poco queda al otro lado del charco.

En Huamantla se establecen 17 circuitos en 17 calles, con un toro en cada tramo. Con el estallido del tercer cohete se abren las compuertas y los toros salen a la calles repletas de gente.

El alcohol y la música inundan las calles, al igual que los puestos de comida típica conocidos como «antojitos mexicanos».

No faltan los accesorios para el día como sombreros, gorras, peluches de toritos o pañuelos rojos para atarse al cuello.

«Vendemos artículos taurinos, todo lo relacionado a las corridas de toros», señala a Efe Guadalupe Casas, comerciante ambulante.

Cada año este comerciante llega con su familia a Huamantla a vender sus productos desde Ciudad de México. En diferentes calles del recorrido vende sus artículos, con un costo entre los 50 y 200 pesos (entre 2 y 10 dólares).

Las botas para el vino y los peluches son los artículos que más vende durante este día.

Miles de personas se dan cita en este evento y lo hacen ataviadas con sombreros, gorros con cuernos y pestañas postizas. Muchos se visten de blanco y rojo como en Pamplona.

Hasta los más pequeños se suman a esta fiesta y con capotes en miniatura juegan por las calles antes de que comience el evento.

«Venimos desde México a ver la Huamantlada», comenta a Efe Rosa Maldonado, que cada año acude a esta fiesta junto con su familia.

Hoy lo hace con su marido y una de sus hijas. Llegaron desde temprano para apartar un buen lugar y «ver bien los toros».

Señalan que es una bonita tradición, muy divertida, aunque debería estar más regulado el consumo y venta de alcohol.

«Nos ha tocado ver varios lesionados algún año que salen borrachos con los toros», dice Rosa.

Este año ha habido dos lesionados leves, que participaron en el evento en estado de ebriedad.

El negocio redondo de la Huamantlada es para aquellos afortunados que viven en las calles del recorrido. Sus balcones, azoteas y ventanas se convierten en cotizados lugares para aquellos curiosos que acuden al evento.

Por un costo que oscila entre 80 y 200 pesos, rentan el espacio, que habilitan con gradas o banquetas improvisadas.

Durante una hora los toros deambulan por las calles ante los gritos, jolgorio e imprudencias de los participantes.

Tlaxcala, ubicado en el centro de México, es el estado más pequeño del país y el que más ganaderías tiene, 48 en la actualidad.

La tradición taurina llegó con los españoles: «Hay cédulas donde el virrey autoriza a Huamantla y Tlaxcala para que se realicen 60 corridas al año», comenta el cronista.

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