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¿Por qué ahora los políticos todo quieren preguntar?

AICM está diseñado para 34 millones de pasajeros y 420 mil operaciones anuales, ya se ha superado 30% en 2017 con 44 millones de pasajeros NAICM en 2020 55 millones de pasajeros y 2060 125 millones con 1,000,000 de operaciones anuales

A veces desde la distancia es más fácil opinar, pero también se ve la realidad desde otra perspectiva.
Colombia acudió de nuevo a las urnas el pasado domingo para dizque votar por la instauración de medidas más rígurosas contra la corrupción. Y al igual que en el anterior referendum por la paz, fue un chasco.
No alcazaron los votos suficientes para sacar adelante la reforma.
Rebobinemos hasta 2016, los británicos también votaron contra pronóstico por el Brexit.
Es ilógico ¿o no?
¿Cómo no van a querer la paz? ¿por qué no acabar con la corrupción de tajo? ¿Por qué abandonar la maravillosa Unión Europea?
Hay temas de vital importancia para cada país, que por lo general tienen polarizados a su sociedad y que sí deben llevarse a las urnas. ¿Pero lo es la construcción de un aeropuerto? ¿No sería más lógico preguntar por el TLC o una reforma constitucional para acabar con la no reelección o el chapulineo?
Pero para eso no se convoca.
Los gobiernos indecisos ahora buscan preguntar todo a los ciudadanos. Quizás busquen no errar pero el que pregunta no yerra, si la pregunta no es necia.
En mi opinión, no todo se debería preguntar. Bien porque somos ajenos o “ignorantes” en la materia.
Pero: ¿también se pagan viajes, hospitales, carreteras, escuelas, universidades, etc.? Y no se nos pregunta todo.
Se habla de democracia participativa, en un tema que sólo los expertos, gobernantes, ingenieros, los ambientalistas y los planificadores deberían justificar.
Y más que un capricho que el nuevo aeropuerto esté en Texcoco o en Santa Lucía, se deben tomar en cuenta varios aspectos tan simples como la conectividad nacional e internacional, la eficiencia y cercanía con la ciudad, hasta aspectos más complejos como el aumento del tráfico aéreo en los próximos 60 años, el impacto ambiental, incluso la velocidad de viento es importate tomar en cuenta para la seguidad de los aterrizajes y despegues, y desde luego el costo del mantenimiento y sobre todo, el de cancelar la obra que ya tiene un avance del 30 por ciento. Datos e información que de entrada, muy pocas personas sabemos o a la tenemos acceso.
Tener la mayor información posible de forma oportuna y rápida para tomar una decisión, es esencial para vislumbrar el éxito o fracaso de un proyecto, y el costo así como la difusión de la misma, se le debe sumar a los 150 millones de pesos que, como se planea, costará la consulta ciudadana.
La famosa consulta más parece una decisión electoral, un debate interno o partidista y no de la sociedad, o que busca cuidar intereses de quién sabe quién, menos los de la ciudadanía. Algo así sucede en España, con el debate de la exhumación de Franco del Valle de los Caídos, 45 años después .
A la larga, puede salir más caro gastar del presupuesto para preguntar y consultar a la Ciudadanía cada vez que haya temas demasiado técnicos y complejos.

En realidad más parece que los políticos buscan curarse en salud y justificar por qué sí y por qué no se cumplen algunas promesas de campaña. En vez de esto deberían asegurarse de que las obras están debidamente planeadas y que se concluyan en tiempo y forma sin incrementos fantasmas de presupuestos.

Seguro recuerdan el Paso Exprés, la Línea 12 del Metro, la nueva Sede del Senado, la Estela de Luz, la biblioteca José Vasconcelos, la refinería de Tula, entre muchas otras.
Y es que ojo, sea cual sea la decisión, México necesita una puerta de entrada al país digna del lugar en el que se ubica en el mundo, porque la mayoría de entradas al país se registran por la Ciudad de México y se conectan al resto de la República.
No digo que los turistas se merezcan más que los propios mexicanos, pero dejan más de 21.3 billones de dólares al año en México.
Preguntar tiene un riesgo y es que el que pregunta mucho, no se merece sabia respuesta.
Ya que votamos, dejemos a los políticos administrar y legislar, que para eso les pagamos y, hasta cierto punto, confiamos en que ocuparán nuestros dineros, en beneficio de la sociedad y desde luego, que tomarán las mejores decisiones, pues de lo contrario, es como si estuviéramos pagando doble por un producto o servicio y dicha incapacidad o indecisión, así como fue la corrupción, la cobraremos en las urnas. Porque efectivamente “el pueblo no es tonto” y sabe esperar…

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