Fue en verano, a principios del pasado agosto, cuando llegó al despacho del abogado Tang Xiangqian un caso muy particular: un profesor de guardería había sido despedido por difundir un artículo con contenido homosexual.
Sucedió el 5 de agosto, cuando este docente, cuyo nombre no ha transcendido para conservar el anonimato, compartió en su cuenta personal de WeChat -el equivalente local de WhatsApp- una noticia sobre una asociación de amigos y parientes de personas homosexuales en China.
El director del centro, ubicado en la costera ciudad de Qingdao (este del país), montó en cólera al ver al profesor entre los fotografiados de la organización en la noticia, por lo que procedió a su cese inmediato: el hombre ya no volvió a su puesto de trabajo al día siguiente.
«Su jefe creyó que estaba propagando ‘ideología homosexual’, que afectaría a los niños y que los padres no querrían enviar a sus hijos a esa guardería», explica Tang, en la sede de su despacho de abogados en Pekín.
Después de hablar varias veces con la guardería sobre su compensación y ante la ausencia de un acuerdo, finalmente un tribunal de arbitraje chino condenó al entonces jefe del profesor a pagarle una indemnización por conflicto laboral de 36 mil yuanes.
No hubo mayor represalia, ni civil ni penal, contra el director del centro, amparado por una legislación china que no recoge delitos de discriminación contra el colectivo de lesbianas, gais, transexuales o bisexuales (LGTB), del que forman parte aproximadamente 70 millones de personas.
«Él amaba muchísimo su trabajo y se sintió muy triste cuando le despidieron. Al final encontró un trabajo similar en otra guardería, pero se tuvo que ir de la ciudad», relata Tang.
Este caso supuso el primer ejemplo en China de un profesor que llevó a su colegio a los tribunales tras ser despedido por su orientación sexual, afirma el letrado, en un país donde estas personas sufren una «discriminación invisible».
«A primera vista no se nota esa discriminación, nadie te va a despedir expresamente por ser homosexual, pero buscarán cualquier otra razón para hacerlo», señala.
Para Tang, que casos como este aparezcan en los medios «aumenta la visibilidad de la homosexualidad» en China, cuya protección «no es suficiente» al carecer de instrumentos legales que den amparo a estas personas.
El país asiático legalizó la homosexualidad en 1997 y dejó de considerarla como una enfermedad mental en 2001, pero todavía perduran las actitudes discriminatorias hacia este colectivo, al que el Gobierno chino continúa sin brindar ningún tipo de apoyo.
De hecho, una encuesta realizada en 2016 entre 30.000 personas chinas del colectivo LGTB por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reveló que la mitad de ellas se sienten discriminadas por su orientación sexual.
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