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Estas son las secuelas que ha dejado la batalla en contra del Covid-19

Entrevistados por separado, más de 20 médicos y enfermeras lucen sus rostros y las marcas que les ha dejado el uso de mascarillas, gafas y caretas después de una jornada de trabajo en los hospitales de la República

Hasta 15 horas médicos y enfermeras de México han tenido que portar cubrebocas N95, gafas protectoras, caretas, así como un equipo especial de protección en todo su cuerpo para evitar ser contagiados al interior de hospitales de Covid-19 y que les ha costado una serie de marcas en sus caras y cuadros de depresión.

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Son las huellas del dolor que distinguen a miles de médicos y enfermeras de todo el país que usan una mascarilla que aprieta sus pómulos y su tabique nasal a tal grado de dejarles una pequeña herida en el rostro y la frente.

 

Ellos han tenido que acostumbrarse a usar -sí o sí- este tipo de medidas sanitarias ante el aumento de pacientes que han dado positivo al nuevo coronavirus.

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En entrevista por separado con Publimetro, más de 20 trabajadores del sector médico público y privado, aseguran que el uso del tapabocas por varias horas los ahoga, agobia e incluso los ha hecho sentir ansiosos a tal grado de experimentar cuadros de depresión. 

«Trabajamos muchas horas con sudor y sin agua debido al equipo, las mascarillas hacen que retengas carbónico después de varias horas de uso, lo que genera a la par un dolor de cabeza intenso», externaron.

Adicional a ello, se suman efectos secundarios como rostros enrojecidos, con erupciones de acné por el uso de estos materiales. Incluso algunas heridas leves en ojos y labios debido a la resequedad que les ha provocado jornadas de trabajo dobles.  

«El cuerpo no transpira por el equipo que se usa y se alcanza una temperatura de hasta los 50 grados y todo lo que conlleva psicológicamente».

Sin embargo, reconocen que su premisa es una: salvar las vidas de las personas que se encuentran hospitalizadas tras dar positivo al Covid-19.

En la Ciudad de México es donde se libra la mayor batalla, reconoce el personal médico, pues es aquí el punto de mayores contagios por la nueva enfermedad –de acuerdo con el último reporte del gobierno federal –, por lo que han tenido que extremar precauciones.

Entre ellas se encuentra aislarse de su casa y de su familia, aseguran que han tomado la opción de quedarse en hoteles que habilitó el gobierno el gobierno capitalino para su estadía en esta pandemia, la cual atraviesa la Fase 3.

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Otros, reculan y prefieren pernoctar en autos y departamentos que fueron prestados por familiares; no quieren contagiar por ningún motivo a sus seres querido, por lo que se autoimpusieron una cuarentena mientras pase el mayor pico de contagios por el nuevo virus chino.

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Por eso, a través de fotos que se han tomado después de finalizar su jornada de trabajo que se extiende hasta por más de 12 horas, buscan concientizar a la ciudadanía y reforzar el llamado a quedarse en casa.

No quieren más agresiones a colegas de hospitales como sucedió hace unos días en el Hospital de las Américas, en el municipio de Ecatepec, Estado de México y otras situaciones que se han documentado de discriminación en contra de enfermeras en todo el país.

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Y es que los brotes de contagios al interior de hospitales han evidenciado la carencia de insumos y materiales de protección para los trabajadores del sector de la salud que, en varios estados, se han pronunciado en contra de las precarias condiciones en las que enfrentan la pandemia.

Uno de los casos de contagio sucedió en el Hospital Regional Zaragoza del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), donde Francisco Vázquez, terapeuta respiratorio, se infectó después de brindar atención a varios pacientes sospechosos. Actualmente se encuentra hospitalizado.

Situación similar se presentó con Irina Donato, quien trabaja en unos de los hospitales del IMSS en la Ciudad de México, y quien fue la primer terapeuta que se contagió de coronavirus luego de tratar a un paciente que mintió en sus síntomas.

 

En frases:

 

«Me da tristeza ver mi rostro marcado por el EPP y las personas me miran con horror y otras les soy objeto de burla no reconocen nuestra labor como Terapeuta Respiratorio», relató Irina.

«Aquí en la unidad se vive un estrés enorme al ver que en muchas ocasiones no alcanzas a salvar a tus pacientes por el deterioro tan enorme, y al mismo tiempo al tratar a los pacientes con Covid», suelta Gabriela  Mancilla.

   Dato:

  1.  10% del total de la plantilla del sector médico público se ha contagiado, según datos del gobierno federal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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