Tiene s que patear una piedra o una corcholata varias veces, de tal modo que hagas una diferencia geográfica en la vida de ese ser inanimado.
Tienes que tender la cama en contra de la voluntad de todas las células que habitan y gritan en tu cuerpo. Tienes que tomar la mano de un adulto al cruzar la calle (como si el adulto tuviera más sabiduría que tú).
Tienes que caminar por la calle sin pisar las líneas del adoquín. Tienes que hacer trampa en el Rubik y arrancar las estampas de colores (el mejor atajo que la creatividad y la selección natural pudieron brindar).
Tienes que generar el odio más fuerte a ese momento del domingo en el que el día empieza a oscurecer. Tienes que estirar la cara cuando te cambian de lugar por hablar en clase (y luego se preguntan por qué no tienes habilidades comunicativas…).
Tienes que voltear a ver las nubes y sorprenderte con el detalle más lúcido de la lucha entre dragones y quimeras. Tienes que hacerte el dormido cuando se acercan tus papás para validar que te has dormido y entonces poder discutir a gusto.
Tienes que portar el uniforme cuando lo menos que sientes es uniformidad en esa escuela. Tienes que aprenderte de memoria el vocabulario y subphylums, en lugar de comprender la naturaleza de la realidad.
Tienes que beber la leche directamente del cartón. Tienes que usar Wikipedia como sistema central de inteligencia para todas tus tareas. Tienes que pegarte y calcinarte los dedos con Kola Loka, intentando pegar el lladró de tu abuelita, que se interpuso entre la portería y tu tino.
Tienes que dejar de buscar algo para que aparezca. Tienes que meterte en lo que no te importa. Tienes que enlodarte hasta los calzones justo cuando portas ropa recién lavada. Tienes que ser cruel con los otros niños, justo como esos niños enseñaron que deberías ser.
Tienes que decirle adiós a los coches que pasan junto nomás por competirle a tu hermanito. Tienes que jugar a fracturar todos tus muñecos. Tienes que idear el plan maestro para cachar a Santa Claus.
Tienes que hacer de cuenta que no viste nada cuando lo descubriste. Tienes que jugar videojuegos hasta que la equis del botón quede tatuada en el dedo. Tienes que sonarte al payaso del salón.
Tienes que robarte un Playmóbil de la casa de un amigo. Tienes que explicarle a tus papás cómo fue que se te ocurrió cometer tal hurto. Tienes que falsificar una boleta de calificaciones.
Tienes que lucirte a tus anchas en la fiesta de los primitos y recibir esa mirada de tu mamá que congela y que es peor que quince cinturonazos. Tienes que decir “ésta sí es la ultimita” después de que bajas de uno de los juegos mecánicos.
Tienes que comer el cereal con las manos, directamente del empaque, para descubrir la sorpresa que trae dentro (la sorpresa es que no trae nada). Tienes que vomitar en casa de alguno de tus amiguitos.
Tienes que olvidar que mañana hay examen e inventar cualquier historia que te dignifique. Tienes que correr, correr mucho, hasta que se te olvide que vienes aquí a desaprender lo que aprendiste que tienes que hacer.
Y si quieres portarte como niño…
• Aprende divirtiéndote. Este hermoso edificio que fue sede de la orden betlemita tiene una función excepcional en la ciudad: divulgar la ciencia económica para chicos y grandes.
Museo Interactivo de Economía. Tacuba 17, Centro.
• Esquina, bajan. Además de las primeras caídas y el oso de dar vueltas agarrándote de los bordes, puedes meterte a los cursos de patinaje y hockey.
La pista Avenida Contreras 300, San Jerónimo Lídice.
• Así como me ves…. Es uno de los zoológicos que más visitantes recibe en el mundo. Cuenta con casi dos mil animales de 200 especies.
Zoológico de Chapultepec. Paseo de la Reforma y Parque Lira.

