Paso 1. Sea indulgente
La realidad es lo suficientemente impaciente, que solemos olvidar que no es otra cosa, sino una percepción. Para aligerar el alma le propongo soltarse un poco, liberar de etiquetas al mundo (y entenderlas como surgimientos espontáneos, libres de características flageladoras de su arrinconada y miedosa paz interior) y darse la oportunidad de procurar ser usted mismo, si es que la vida cotidiana y sus pendientes no han hecho que se olvide quién es usted y qué es lo que quiere aquí. Sin esa pesada loza en el lomo, salga a cenar y brinde por la liberación de habituaciones espontáneas.
Paso 2. Cene con usted
PUBLICIDAD
Vivimos como si supiéramos que (hoy) no vamos a morir. Y si esta fecha llegara, ¿está listo para ello? Por eso privilegie la estratégica disminución de la intensidad de su aferramiento, tanto a las demandas que hace al mundo, como a sus problemas y a la vida misma. Después de todo y lo más relajante es que usted es resultado de cómo percibe la realidad. Con eso en las manos, sólo un necio seguiría culpando al mundo de sus broncas, por lo que tiene la mesa puesta para que, luego de haber pasado un momento de calidad consigo mismo, lo haga con alguien más. No habrá blof, plática estéril ni aburrimiento posible.
Paso 3. Sortee sus obstáculos sabiamente
Lo interesante es que el origen etimológico de la palabra, apunta a una ración de alimento que se servía a las tres de la tarde. Pero para llegar a ella, sea a las tres o a las nueve, en una ciudad como ésta, habrá de valerse, no sólo de hambre sino de astucia. Si se trata de un fin de semana y tiene ya seleccionado un lugar, calcule que los tiempos son mejores con el anticipo de cómplice. Reserve, salga con antelación y sepa que el camino es la aventura, así que evite que el viene-viene, el tránsito, el dólar o Trump opaquen la oportunidad para congraciarse con su día.
Paso 4. Recupere el noble arte de la conversación
Parta de la importancia de la elegancia de ser y de saber estar en el mundo, con total recolección de usted mismo. Pruebe en su cena si lo que hace y dice lo hace a propósito y con propósito. Escuche, en lugar de arrebatar la palabra y pretender allanar con su visión. Deje el celular a salvo, donde no represente tics nerviosos ni rampantes tentaciones. Dele, pues, otro sentido a salir a cenar: por donde lo vea, si lo hace de este modo, saldrá de ahí entrando en usted.
Tres propuestas para cenar de este modo el fin:
1. Mexicano, con otra óptica
En una idea, este restaurante es una oda a la cocina mexicana llevada a su más esmerada propuesta. No será raro ver a Martha Ortiz, la chef del lugar, pendiente de la perfección en los detalles. Atención con las enchiladas poblanas manchamanteles y su espléndido guacamole.
Dulce Patria
Anatole France 100
Polanco
1. Cláscio, ¡clasiquísimo!
Por si lo ha olvidado, este es uno de esos sitios que debe ser frecuentado con regularidad. Pionero de cuatro décadas en la gastronomía japonesa en México, tiene un espléndido jardín zen interior y un platillo fuera de carta que hay que pedir: los tacos Checa.
Suntory
Torres Adalid 14
Del Valle
1. #LadieNoImporta
Famoso por su sazón e identificado por la #LadyProfeco, en este sitio se cena de manera simplemente espléndida. El chef Eduardo García ha sabido tocar la fibra sensorial de esta ciudad y lo hace de manera inesperada, pues su carta cambia constantemente.
Máximo Bistrot
Tonalá 133
Roma