Cada vez es más común que actores mexicanos crucen la frontera de Estados Unidos para probar suerte en las grandes producciones de Hollywood.
Y aunque varios la han tenido; siendo el mejor ejemplo del momento Diego Luna con su participación en la cinta Rogue One: una historia de Star Wars que supera los mil millones de recaudación en taquilla, todavía quedan muchos que siguen sometiéndose a duros castings y superando cada día el rechazo que todo actor vive en esta dura profesión.
Y si ya de por sí el rechazo basado en evaluaciones meramente subjetivas es duro, cuando es con base en la raza o nacionalidad es todavía peor porque es ajeno al talento o la capacidad del actor.
Eso vivió esta tarde Adriana Fonseca, una actriz mexicana que en 1997 fue el Rostro del Heraldo en 1997 y que debutó como actriz en la telenovela Pueblo chico, Infierno grande.