Amy Schumer se ha convertido en una mujer que no oculta gestos, opiniones y evita andar con rodeos.
Catalogada como la nueva reina de la comedia se presenta como una mujer irreverente y sin censura.
Su humor ácido ha invadido el cine, la televisión y, sobre todo, las redes sociales.
La actriz nació en Nueva York, de origen judío, ha conseguido una imagen importante en la industria del entretenimiento.
Durante la charla con Publimetro, se tomo como excusa la promoción de la cinta Sexy por accidente (I feel pretty) afirmó que su “humor es honesto, natural, que rompe los clichés y diciendo cosas que los demás no pueden”.
La rubia actriz de 36 años, le gusta mostrar la naturaleza de las mujeres pero también esos “defectos”, que para ella son sus mayores virtudes.
¿Julianna Moore comentó que eres la más sincera de Hollywood?
— Si alguna vez en unos premios me dijo que soy de esas mujeres en la comedia que si tienen algo que decir y lo dicen.
Me gusta ser franca, y a muchos puede incomodar, pero así soy yo y me gustar tocar temas que mucho y muchas quieren llevar como secretos.
Además, estoy en ese punto en que se abre la industria para dejar atrás los estereotipos.
¿En Sexy por accidente enfrentaste algo muy personal?
— Todas las mujeres suelen mirarse al espejo, y siempre se encuentran defectos, pocas veces observas en el reflejo una imagen que te agrade.
Mi personaje de Renee, es una mujer que vive en Nueva York con grandes problemas de autoestima, llega a su apartamento y se quita su ropa capa por capa delante de un espejo de cuerpo entero.
Lo que queda cuando se quita la armadura de la ropa de color pastel y los lunares es un par de licras ajustadas, un sujetador liso y una expresión en su rostro de una derrota total.
Ella solo se mira en silencio, miserablemente.
Yo he pasado por muchas inseguridades, pero decidí sacarle jugo a mis curvas, ideas y dejar la pena para ganar confianza.
¿Los filtros son la gran herramienta para retocarse los “defectos”?
— ¡Exactp! Yo jamás utilizo photoshop, filtros y evito cualquier tipo de retoque en mi cuerpo. Sí tengo celulitis, muchas curvas, estrías, pero así me siento genial.
¿Cuál es tu mayor escudo ante las críticas?
— Los críticos dicen que hago películas para verme mal, pero yo me siento bien conmigo misma.
Quiero que otras mujeres dejen de pensar en los demás, y generen su propia fuerza. El poder no está en el físico sino en la mente.
¿Eres una muestra del empoderamiento de la mujer?
— Estamos en una sociedad que se va a los extremos. Los términos de feminismo, feminazis o sumisas han tomado mayor relevancia.
Soy una mujer que usa su voz y – a veces- incomoda a las personas. Muchas no quieren opinar, porque inmediatamente la gente se van a su apariencia. Aún muchas tienen miedo a ser insultadas.
¿Te gusta atacar?
— [Risas] Depende [risas] Me gustar provocar a la reflexión con el humor. Hacer señalamientos para los hombres y mujeres.
Claro que me gusta atacar las injusticias y que apunten con el dedo por cuestiones tan superficiales como la apariencia física.
Con Sexy por accidente quiero hacer hacer reír a la gente y hacer sentir mejor a cada una de las personas que la vean.
Hay que atacar las limitaciones y dejar atrás esa voz pequeña que dice: ‘no puedes'».
¿Le haces sombra a Naomi Campbell, Emilia Rajakoski y Michelle Williams?
– ¡Claro! En la película queda claro, es ese contraste entre la belleza que buscan todas las campañas publicitarias, y la realidad.
¿Eres el rostro de la irreverencia en el cine y televisión?
— Eso dicen, que alzo la voz en los temas que avergüenzan a las mujeres. Para muchos irreverencia puede significar falta de respeto, pero suelo hablar de lo que muchos quieren ocultar, así soy.
¿Lista para apagar las velas del pastel?
— ¿Cómo sabes? [Risas] Si el 1 de junio cumpliré 37 años, y la pasaré con amigos y la familia.
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¿De qué trata?
Renee Bennett (Schumer) sabe lo que es ser una chica promedio en un mundo de personas genéticamente hermosas.
Después de caerse de una bicicleta estática y golpearse la cabeza, ella cree que un hechizo la ha vuelto increíble.
Excepto que para el resto del mundo, ella se ve exactamente igual. La nueva confianza de Renee de repente la ayuda a escalar posiciones en la compañía de cosméticos para la que trabaja, recibiendo el respeto de su ídolo y jefe, Avery LeClaire (Williams).
Finalmente, Renee se da cuenta de que «el hechizo» se ha levantado, pero a través del proceso, aprende que la verdadera belleza no está en la apariencia.
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