Uno de los referentes del movimiento estudiantil de 1968 es sin duda Rojo amanecer, la cinta de Jorge Fons que retrató aquel hecho, que aunque nunca mostró la tragedia como tal sí la hizo sentir, gracias a la magia del cine. El largometraje se estrenó 22 años después de la matanza ocurrida en la Plaza de las Tres Culturas; sin embargo, eso no le quitó el impacto, el cual ha permanecido hasta nuestros días cada vez que la historia es proyectada o bien es recordada durante el 2 de octubre.
A 50 años de la tragedia estudiantil en Tlatelolco, Publimetro buscó al director de cine para que nos contará todo lo que vivió durante el rodaje de Rojo amanecer y cómo vivió el movimiento del 68.
¿Cómo fue la decisión de hacer Rojo amanecer?
– La decisión estuvo desde que sucedieron los hechos, era muy frustrante porque estaba el deseo de hacer las cosas, pero había muchos inconvenientes, uno de ellos era la censura, ya que no había libertad para hablar de lo sucedido, pero todos los que participamos queríamos decir algo, era muy importante para todos los que fuimos testigos de esos hechos. Un día llegó el guión de Xavier Robles y lo encontré muy interesante porque era muy factible de hacer, porque no estaba pidiendo ni los tanques, ni el ejército, ni los miles de asistentes a la plaza. El guión lo ofrecí por más de un año para ver quien quería entrarle conmigo, hasta que trabajé en una novela con Héctor Bonilla y me dijo ‘ahora que terminemos la novela a ver si hacemos una película’, le di el guión y le encantó y así fue como se levantó el proyecto.
¿Cuáles fueron los impedimentos con los que se encontraron?
– En ese entonces había la costumbre de enviar los guiones que se iban hacer a (la Secretaría de) Gobernación y ellos emitían un dictamen donde hacían «recomendaciones» y te decían lo que no podía ir o no se podía decir, uno tenía que seguirlas. Al saber que no iba a pasar esa revisión, decidimos hacerlo escondidas con gente que no cobrara porque no teníamos dinero, los muebles fueron de nuestras casas y entre los asistentes estuvieron mi mujer y mi hijo.
¿Y el elenco?
– También fue con gente que le entrara por amor y convicción, María Rojo, Demián y Bruno Bichir, Eduardo Palomo y los personajes fueron familiares de Xavier Robles, Sergio Arau,Héctor Bonilla, María Rojo y hasta míos; además de amigos. Y para el set, fuimos a un departamento de Tlatelolco a tomar medidas y lo reconstruimos en un galerón que nos prestaron. El dinero se acabó en el primer día y llegó Valentín Trujillo a unirse como productor, él fue nuestro salvador.
Después de terminar la filmación, ¿qué pasó?
– La revelamos a escondidas y la edité en la oficina de Valentín también a escondidas. Las películas para ser exhibidas tienen que ir a Gobernación y de ahí sale una clasificación, la mandamos y ahí empezó el problema porque no nos decían nada y paso el tiempo. Hasta que en una asamblea de la Sociedad General de escritores de México, que estaba llena de periodistas, Robles habló de la película y dijo que estaba escondida, que no la soltaban, se hizo un escándalo y votaron por el apoyo; la prensa hizo ruido alrededor de la película y eso motivó a que la soltaran.
¿Cómo vivió el movimiento del 68?
– Muy de cerca, había terminado la escuela de cine y estaba dando una clase de guión y varios de los estudiantes estuvieron haciendo un acopio de imágenes del todo el movimiento y había representantes en el Comité de Huelga que nos iban informado sobre los acuerdos, además asistíamos a las manifestaciones, era imposible no ir, era muy dinámico, divertido, había de todo. Se vivía con la expectativa de que todo se iba arreglar bien, de que tarde o temprano el gobierno iba a recibir al Comité de Huelga para sentarse con ellos a dialogar y estudiar las propuestas… en fin, uno soñaba. Llegó septiembre y el grito lo dimos en CU y estuvimos en la cafetería de la Facultad de Ciencias y Humanidades, esa era el ambiente y nunca pensamos que tendría ese final
¿Qué significado tiene la película para la sociedad mexicana?
– Yo creo que aunque la hicimos 22 años después, ha sido un testimonio que ha llamado mucho la atención, mucho más de lo que esperábamos cuando la hicimos. Y quedó como constancia de que hicimos algo respecto a esta tragedia y que en algo cuenta parte de los hechos. Lo principal no lo vemos en la cinta aunque lo sentimos. Se ha convertido en una gran referencia, la cinta sigue muy viva y sobre todo en el mes de octubre me invitan a las escuelas a platicar sobre los hechos. No nos dejamos de sorprender por todo lo que ha pasado con Rojo amanecer.
¿Cómo perciben los jóvenes esta historia?
– Lo ven con un gran entusiasmo, les gusta mucho, es un poco el elemento visual de lo que les han contando sus padres y abuelos que vivieron aquellos hechos. Cuando se enfrentan con la película ven otro lado de los hechos.
Después de 50 años este movimiento sigue marcando a las nuevas generaciones…
– Es una realidad que el 2 de octubre no se olvida y sigue habiendo muchos 68’s de otros tipos y en otros lugares; uno de ellos es Ayotzinapa, la violencia sigue igual y los hechos también. Lo que hacen falta son más testimonios como Rojo amanecer, que hagan un registro de todo lo que ha estado pasando.
¿Cómo cambió el 68 a México?
– En muchos aspectos, principalmente en que la sociedad se volvió más cuestionadora, de ahí surgió una sociedad más exigente con la verdad y con un cambio que no tan fácil se ha ido dando, pero fue un disparador de conciencia para ser mejores. más participativos y de observar la desigualdad en la que se vive.
¿Cree que faltan más películas para concientizar a la sociedad?
– Desde luego. Uno no puede presionar a los jóvenes para que hagan películas que cuestionen la realidad social, como la verdadera forma en que se vive en el mundo y nuestro país, como la corrupción que la gente mira pero nadie exige cuentas y eso no se registra en el cine. Hay mucha comedia y no sé porque no hay un cine que cuestione algo, esperemos que cambie.
